
La vulnerabilidad humana y la degradación ambiental, quedan al descubierto una vez más a medida que crece la pandemia y los registros de los países revelan la propagación del virus. Todos estamos en riesgo, pero, al igual que con otros desastres, siempre son los pobres y los marginados los que más sufren por la continua negligencia de la sociedad, dejándolos con opciones limitadas y voces debilitadas. El continuo abuso y la invasión de un entorno ya en degradación, aumenta el potencial de pandemias, a pesar de los avances en ciencia y tecnología impulsados por un modelo tecnocrático de desarrollo (Laudato Si’ 194). Volver a la normalidad no es aceptable – lo que se necesita es reconstruir una nueva normalidad con renovada urgencia. Una nueva normalidad requiere abordar las desigualdades e injusticias estructurales a nivel global, y reducir la vulnerabilidad de los pobres y marginados. Una nueva normalidad significa construir una economía justa, equidad generacional y una cultura de solidaridad centrada en el bien común, inclusivo y bajo en carbono. Una economía de exclusión exacerba los efectos tanto del cambio climático como de la pandemia. Una nueva normalidad nos arraiga en la conciencia humilde y agradecida de nuestra interdependencia, llevándonos a
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