Paula Sendín entrevista a Patxi Álvarez de los Mozos, SJ
La Compañía de Jesús, a través del Secretariado para la Justicia Social y la Ecología (SJES), se unió a dos reuniones globales el pasado mes de septiembre, en donde se exploraron vías por las que comunidades de fe e instituciones religiosas puedan responder a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), más conocidos ahora como Objetivos Mundiales.
Patxi Álvarez de los Mozos, SJ, director de SJES, participó en la conferencia en Bristol sobre la fe y los ODS donde líderes de fe de todo el mundo y oficiales de Naciones Unidas se reunieron en Bristol, Reino Unido, del 7 al 10 de septiembre, para examinar el apoyo a los nuevos objetivos. Los Compromisos de Bristol emergieron de este encuentro y se reflejaron en la publicación titulada Fe en el Futuro que engloba una gama de medidas prácticas de 24 grupos religiosos y comunidades de fe, incluida la Compañía de Jesús, los cuales esbozaron sus planes y compromisos de fe durante diez años.
El encuentro de Bristol fue organizado por la Alianza de Religiones y Conservación, una organización secular que ayuda a las principales organizaciones de fe a desarrollar programas medioambientales basados en las propias enseñanzas, credos y prácticas, en asociación con el Programa de Desarrollo de la ONU.
Patxi también se unió a unos 80 representantes de organizaciones basadas en la fe para explorar maneras de acabar con la pobreza extrema y promover los ODS en un evento organizado por el Consejo Mundial de Iglesias el 24 de septiembre de 2015 en la capilla del Centro Ecuménico de Naciones Unidas en Nueva York, EE.UU. En esta reunión, el Marco de Acción Basado en la Fe para Poner Fin a la Pobreza Extrema se puso en marcha en una declaración conjunta para llamar a la acción, titulada Poner Fin a la Pobreza Extrema: Un Imperativo Moral y Espiritual, dada a conocer en abril de 2015 y firmado por 39 líderes de las principales religiones del mundo y las organizaciones globales de fe.
En una breve entrevista con Paula Sendín de Ecojesuit, Patxi comparte sus pensamientos sobre la acción mundial basada en la fe que está recibiendo apoyo y el sincero deseo de avanzar en las metas mundiales a través de programas ambientales y el imperativo moral y espiritual para poner fin a la pobreza extrema.
¿Cuál era el objetivo de estas reuniones?
El objetivo fundamental consistía en compartir cómo instituciones procedentes de diversas religiones están contribuyendo a los actuales Objetivos del Desarrollo Sostenible. Nos hemos reunido grupos musulmanes, bahai’, sikh, hindúes, shintoistas, judíos y cristianos de diversas denominaciones que representamos a 24 tradiciones de fe de todo el mundo, la mayoría trabajando en temas medioambientales. El encuentro de Nueva York estaba organizado por el PNUD y el Consejo Mundial de Iglesias y estaba más centrado en el objetivo de erradicar la pobreza y avanzar en los ODS.
Con la agenda de desarrollo post-2015 adoptada por la ONU y líderes mundiales, ¿cuál es opinión sobre los ODS? ¿Qué limitaciones encuentra?
Los recién aprobados ODS son más concretos, están basados en la experiencia que se ha ganado estos últimos 15 años con los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que ayudan a la comunidad Internacional a responder mejor con sus esfuerzos a las preocupaciones más importantes. Tienen la ventaja de que ahora son los propios países los que tienen que desarrollar sus planes nacionales para responder a los ODS.
Destacaría dos limitaciones. Primero, son muchos, 17 objetivos y 169 metas. El elevado número de metas puede dar lugar a una gran dispersión y pérdida de focalización. Segundo, la financiación es un elemento clave, principalmente la que procede de la solidaridad internacional. Los países que afrontan los mayores retos son también los más pobres. Precisan de esa financiación. La reciente Cumbre de financiación del desarrollo de Addis Abeba del pasado mes de julio ha presentado unos magros resultados, de los que no puede esperarse una gran ayuda para los países más pobres.
¿Por qué el PNUD se interesa por las religiones en el debate de los ODS?
Durante mucho tiempo, en el ámbito de la sociedad civil internacional las religiones se han considerado un serio obstáculo para el progreso social y la emancipación de las personas. Eran parte del problema. Sin embargo, hoy en Naciones Unidas crece la conciencia de que las instituciones religiosas están trabajando desde hace décadas en las áreas clave del desarrollo, contribuyendo precisamente a aquellas áreas de desarrollo identificadas como clave por el sistema de Naciones Unidas. De tal manera que son un actor esencial. Son parte de la solución.
UNICEF indicaba que el 50% de las escuelas en el mundo son gestionadas por comunidades religiosas. Algo semejante sucede en el campo de la salud, el cuidado infantil, el desarrollo comunitario, etc. Y mientras hay objetivos están planteados como grandes cuestiones técnicas, al mismo tiempo existe un número cada vez mayor de personas en Naciones Unidas que se dan cuenta de que se necesita además incorporar valores, compromiso personal y organización comunitaria, algo que aportan las religiones.
Incluso en el Banco Mundial han caído en la cuenta de que es necesario impulsar los movimientos sociales, apoyándolos y dinamizándolos. Confían en la capacidad de incidencia de la gente y especialmente en la capacidad de advocacy de los movimientos religiosos. Un mejor engranaje entre mercados, sociedad civil y estado contribuye al desarrollo. En esa sociedad civil las instituciones religiosas juegan un papel muy relevante.
¿Qué contribución pueden hacer las religiones en el marco de los ODS?
Aportan valores, perseverancia, compromisos largos, organización social. Dinamizan la generosidad de muchas personas. Acercan el rostro de los pobres, porque trabajan junto a ellos. Además, las religiones favorecen determinados estilos de vida. Muchos de ellos están orientados hacia lo que podríamos llamar la “austeridad compartida,” modos de vida más sencillos, menos consumistas, activos en el compartir los bienes de la tierra para que alcancen para todos. Estilos de vida como estos son clave en la actualidad. Sus motivaciones son fundamentalmente espirituales y no únicamente morales o cognitivas.
De tal manera que los ODS tal vez sean nuevos para la sociedad civil internacional. Pero no lo son para las instituciones religiosas. Llevan trabajando en estas áreas muchos años y lo seguirán haciendo aunque no se lo pidan.
¿Qué rol puede jugar la Iglesia Católica?
La Iglesia Católica juega ya un papel muy importante. Su trabajo en el campo social y ecológico es muy amplio, tanto a través de parroquias, como Cáritas, obras sociales de congregaciones religiosas y grandes ONGs internacionales. La actividad de los últimos Papas, y muy especialmente del Papa Francisco, nos muestra que su liderazgo moral puede hacer mucho para movilizar a la comunidad internacional hacia estos campos clave para la promoción hoy de la dignidad humana.
La Iglesia Católica también puede jugar un papel importante estableciendo colaboraciones con otros credos religiosos en estos campos de reducción de la pobreza, disminución de la desigualdad y defensa del medioambiente. Creo que en todas estas áreas la Iglesia Católica ya está realizando grandes aportaciones.
¿Qué dificultades pueden tener las Iglesias para contribuir a estos retos?
Estos retos requieren grandes espacios de colaboración. Las Iglesias pueden tener a veces recelos a ser cooptados por los estados o por otras grandes organizaciones. Estos recelos no siempre están exentos de razones. Pero sin amplias colaboraciones no será posible abordar los retos del desarrollo.
A veces a las Iglesias les cuesta aceptar que su actividad sea auditada y evaluada. Pero no se trata de hacer el bien, sino también de ser capaz de lograr un impacto real en la vida de las personas. Además, las Iglesias pueden tener el riesgo de considerar que la profesionalidad y el conocimiento pueden sustituirse por las buenas intenciones. Y no es así, este mundo es muy complejo, precisa de soluciones seriamente reflexionadas e implementadas, y no siempre estamos bien preparados.
¿Le parece que la Compañía de Jesús está bien posicionada ante estos temas? ¿Qué debería hacer para responder mejor?
Creo que la Compañía de Jesús está bien posicionada en estas cuestiones, pero obviamente tenemos un amplio margen de mejora, principalmente en cooperación internacional. Una mayor colaboración dentro de la Compañía entre obras y provincias nos permitiría trabajar mejor por nuestra misión y alcanzar un mayor impacto. Los ámbitos más propicios para esta colaboración son la reflexión e investigación académicas, la sensibilización y la incidencia pública. Para ello, necesitaremos una mayor conciencia de la importancia de progresar en estas áreas y una organización que dé soporte a las actividades que deberán ponerse en marcha.