
Kumiko Kubo y Rowena Soriaga
La sequía es un desastre creciente, que empieza lentamente y casi igual de lento para terminar y tanto su inicio y terminación son difíciles de identificar. Para las personas que profundamente dependen de los recursos naturales para una vida, los efectos acumulativos de los desastres pueden ser devastadores. Los agricultores que viven en los bosques o cerca de ellos y que dependen principalmente de las lluvias para cultivar alimentos para sus familias son particularmente vulnerables.
La sequía es también una cuestión de pobreza del agua, tal y como expresa el papa Francisco en Laudato si’ (LS), especialmente en zonas donde población no acceden al agua potable segura, o padecen sequías que dificultan la producción de alimentos (LS 28).
El inicio de las sequías se encuentra correlacionada con el fenómeno de El Niño-Oscilación del Sur (ENSO en ingles). La Organización Meteorológica Mundial advierte que un maduro y fuerte El Niño ya está presente en el Océano Pacífico tropical, con una fuerza máxima estimada que comenzó en algún momento de octubre y se prevé que durará hasta enero de 2016. El Niño 2015-2016 podría ser uno de los tres eventos más fuertes desde 1950.
Para contribuir a una mayor comprensión y proporcionar información para responder más eficazmente a las situaciones de sequía, la Oficina Regional para Asia y el Pacífico de la FAO (FAO-RAP) llevó a cabo un estudio regional para evaluar los impactos de la sequía en los bosques y las personas dependientes de los bosques en la región de Asia-Pacífico y las futuras consecuencias de estos impactos a la luz del cambio climático. El estudio también tiene la intención de entender mejor el papel de los árboles en el “buffering” contra tales impactos, así como el fortalecimiento de los bosques y la resiliencia de las comunidades a la sequía. El instituto de Ciencia del Medio Ambiente para el Cambio Social (ESSC en ingles) y la Red de Bosques de Asia (AFN en ingles) coordinan el estudio regional y dan aportaciones para el caso de Filipinas.
El pasado agosto, tuvo lugar un taller de dos días sobre los Bosques y Sequías: Las funciones de los árboles y los bosques en la construcción de la capacidad de recuperación frente a las sequías, en Bangkok, Tailandia, y reunió a participantes de ocho países seleccionados que documentaron experiencias en cada uno de los países: Australia, Bangladesh, Bután, China, India, Indonesia, Filipinas y Samoa.

El taller es una parte integral del estudio regional y está destinado a autores de países para compartir sus hallazgos iniciales y comparar experiencias para identificar puntos comunes fuertes y diferencias importantes en los impactos observados, implicaciones futuras y maneras de construir resistencia contra la sequía y desarrollar mensajes, así como recomendaciones claves para la mejora de las personas y la resistencia de los bosques a la sequía.
El proyecto de ocho estudios por países identificaron un total de 21 lugares afectadas por la sequía y los diversos enfoques para documentar los impactos observados de las sequías, y comparte las historias de las personas frente a las sequías.
El informe de 2014 del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) describe poco las futuras implicaciones del cambio climático en Asia y el Pacífico, atribuyendo no tener suficiente pruebas, además de las de Australia y China. Aún así, el IPCC reconoce que “si las sequías se intensifican en las tierras bajas del Sudeste de Asia, las sinergias entre el calor, la sequía, la tala, la fragmentación, el fuego, y la mortalidad de los árboles, posiblemente exacerbados por los efectos indirectos entre la deforestación, el humo, aerosoles, y la disminución de las precipitaciones, podrían aumentar en gran medida la vulnerabilidad de los paisajes forestales fragmentados.”
Los enfoques actuales para la gestión de la sequía son generalmente reactivos y están orientados a la crisis, centrados principalmente en las operaciones de socorro, y tienen poco énfasis en la preparación para desastres. Un taller de la ASEAN en 2010 identificó seis lagunas prioritarias en la gestión de la sequía: disponibilidad de datos y de acceso, capacidades de monitoreo, el presupuesto para la investigación, el presupuesto para las operaciones, el intercambio de conocimientos y la estrategia coordinada.
Los participantes coincidieron en que se puede hacer más para que las personas dependientes de los bosques pueden estar en una mejor posición para enfrentar los riesgos futuros. Ser resiliente no se trata de traer a la gente de vuelta a donde estaban antes de un desastre – hasta ser derribados nuevamente por el mismo desastre natural. Resiliencia significa ayudar a la gente a alejarse del riesgo.
Sra Kumiko Kubo y Sra Rowena Soriaga trabajan con el ESSC y AFN están coordinando el estudio regional sobre los bosques y las sequías, con el apoyo de la Oficina Regional para Asia y el Pacífico de la FAO.