¡Dame agua… el agua viva!

¡Dame agua… el agua viva!

Foto de: EWN

Red Ecuménica sobre el Agua (Ecumenical Water Network)

La Red Ecuménica sobre el Agua (REDA) es una red internacional de Iglesias y organizaciones cristianas que ofrece información sobre la crisis global del agua, da a conocer iniciativas de comunidades locales y desarrolla acciones de incidencia para promover  el reconocimiento y la implementación del derecho humano al agua.

Para dar a conocer el Día Mundial del Agua que se celebra cada 22 de marzo, REDA elabora, desde 2008, materiales semanales sobre esta cuestión del agua para ser empleados durante la cuaresma.  Los materiales de estas Siete Semanas por el Agua se encuentran aquí.  Compartimos con nuestros lectores estos materiales  que quieren unir la preocupación por el complejo asunto del derecho humano al agua con una experiencia de oración.

En concreto presentamos  la reflexión de la 6ª semana de las Siete semanas por el Agua por la Reverend Lucy Wambui Waweru, de la Iglesia Presbiteriana de África Oriental (PCEA, por sus siglas en inglés), presta actualmente servicios en la Iglesia Unida de Lavington (que es anglicana, metodista y presbiteriana).

¡Dame agua… el agua viva!

Jesús le contestó: “Cualquiera que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para la vida eterna.”  La mujer le dijo: “Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed y venga aquí a sacarla.” (Juan 4: 13-15)

Nipe maji ninywe, maji ya uzima Yesu akasema mmesha yapata… (Dame agua para beber, el agua viva, Jesús dijo ya la tienes…), así dice la canción Swahili que capta la necesidad y el gran deseo de agua de Kenya.  Todavía muchos siguen suplicando: danos agua; ¿cómo podemos conseguir agua?

La degradación de las cuencas de captación del agua debida a la deforestación, la degradación de las tierras y la actividad industrial entorno a esas zonas ha causado sufrimientos incalculables y ha ejercido un efecto negativo en la economía.  La actual controversia sobre la selva Mau, que es la mayor de todas las zonas de captación de agua de Kenya, es sólo la punta del iceberg.  Prolongadas sequías, brotes de cólera y extensas inundaciones están produciendo muertes y estragos, y causando sufrimientos a muchas personas.  Estos acontecimientos plantean problemas de inaccesibilidad a recursos de agua limpia, mala administración de los recursos naturales, degradación ecológica, desigualdades, falta de saneamiento y pobreza.

Con este telón de fondo se celebró recientemente el bautismo presbiteriano de unos 80 adultos de la comunidad Maasai de Kajiado (zona semiárida de Kenya).  Fueron bautizados en un estanque artificial (en realidad, una versión “más profunda” de un abrevadero).  Como los ríos están secos, hubo que comprar agua para el bautismo por un costo de 2.000 chelines kenianos, unos 26 dólares.  Es una notable inversión en una zona donde las personas y el ganado mueren por falta de alimentos y agua.  Sin embargo, la gente optó por el agua del bautismo, en lugar de comprar alimentos o agua, y eligió también el bautismo por inmersión.  Incluso para los niños de pecho, el ministro tuvo que sumergirse en el agua, bautizándoles por infusión en estos casos.  Después de la ceremonia, los miembros de la congregación discutieron para hacerse con el agua que quedó, aunque estaba sucia, para alimentar a su ganado.

Este relato representa la realidad de muchas comunidades.  Parece haber una sólida correlación entre el agua del bautismo y el agua para uso diario.  El agua del bautismo representa la vida, la gracia de Dios, la renovación y la esperanza.  El ansia de agua bautismal a toda costa de esta comunidad concreta refleja un ansia igualmente profunda de suministro de agua para uso ordinario.

En contextos como éste, el agua sigue siendo el vehículo para llevar el evangelio a las personas, así como la solución para que puedan cambiar sus estilos de vida.  Las iglesias urbanas y otras que tienen acceso al agua, así como todas aquellas que desean mantener el motivo del bautismo del río Jordán, tienen iglesias construidas de forma que hay junto al altar una pila que puede abrirse y llenarse con agua durante los servicios del bautismo.  Otras realizan sus bautismos en piscinas, mientras que la mayoría de las iglesias tradicionales se contentan con practicar el bautismo por infusión.  Cuando comparo estas prácticas diferentes, llego a la conclusión de que las personas que tienen más sed de agua física tienen incluso más sed de agua bautismal.

En la conversación entre Jesús y la mujer samaritana (Juan 4:7-15), vemos que la mujer samaritana pide agua viva.  Sí, necesitaba el agua del pozo de Jacob, pero necesitaba aún más el agua viva.  Dios dona Jesús al mundo, y Jesús se ofrece a sí mismo al mundo como agua viva.  Esta agua viva representa figurativamente una bendición que se reproduce a sí misma y, como manantial, nunca se agota.  A través de los que sufren pobreza de agua, Cristo sigue mendigando algo de beber, agua, agua viva.  En esta cuaresma, cuando nos negamos comodidades a nosotros mismos para sentir el dolor de los demás, que encontremos las formas prácticas de dar una respuesta a las muchas personas que siguen clamando: ¡dadnos agua… aguas vivas!

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