El cuidado de la creación: El cuarto primera piedra en educación jesuita compromiso de enseñar, de hacer investigación, y para servir

El cuidado de la creación: El cuarto primera piedra en educación jesuita compromiso de enseñar, de hacer investigación, y para servir

El cuidado de la creación, un bosque de montaña Bendum, norte de la isla de Mindanao, Filipinas. Foto de:  P Walpole
El cuidado de la creación, un bosque de montaña Bendum, norte de la isla de Mindanao, Filipinas. Foto de: P Walpole

James AF Stoner

Cura personalis, homines pro aliis, y magis han sido durante mucho tiempo temas clave de la educación jesuita. El cuidado integral de la persona, hombres y mujeres para los demás, o tal vez hombres y mujeres juntos para los demás, y la excelencia – la interminable búsqueda de la mejora – han sido los pilares sobre los que muchas instituciones educativas jesuitas, si no todas, han construido sus métodos de enseñanza, investigación y servicio.

Muchas universidades no-jesuítas, no-católicas y no-cristianas estarían perfectamente de acuerdo en que estos tres temas son profundamente coherentes con la forma en que ven sus propias misiones, incluso si no pueden utilizar esas palabras latinas en particular para captar sus propios compromisos. De muchas maneras, esas palabras sirven también de guía para una buena vida – para vidas vividas bien y plenamente.

Acontecimientos recientes, sin embargo, sugieren con mayor fuerza aún que nosotros, como educadores y ciudadanos, y sencillamente como miembros de la especie humana, somos llamados a hacer explícito un cuarto pilar para nuestros compromisos de servicio a nuestras comunidades y a nosotros mismos.

Este cuarto pilar sería “apreciar la creación de Dios” o la frase con la que cada individuo pueda sentirse más cómodo. En el sentido más profundamente espiritual, apreciar la creación de Dios se refiere a la llamada a cumplir con nuestra obligación de honrar el préstamo de este planeta, cuya responsabilidad se nos ha dado en este preciso momento de su larguísima existencia y en nuestra casi infinitesimalmente corta duración sobre él. En un sentido puramente práctico y quizás incluso egoísta, esta llamada se refiere a la necesidad de proteger la capacidad del planeta de mantener nuestra inmediata existencia personal y la existencia de nuestra propia especie. Por supuesto, también tenemos tanto la obligación espiritual como la obligación egoísta de proteger la pervivencia de todas las especies, no solo la nuestra.

Para todos los educadores, esta es una llamada a nuestro compromiso con la enseñanza, la investigación y el servicio. Para todos nosotros en las universidades jesuitas, la llamada a reconocerlo y a actuar en función de ese cuarto pilar es particularmente cada vez más clara e imperiosa.

¿Qué es esto? ¿Y entonces? ¿Y ahora qué?

Siguiendo el espíritu de la invitación de esta revista a afrontar las cuestiones ¿qué es esto?, ¿y entonces?, y ¿ahora qué?, este editorial comentará brevemente posibles respuestas a estas tres preguntas – respuestas que pueden hablar con especial claridad al personal docente y administrativo de las universidades y escuelas jesuitas de negocios, así como ofrecer a su vez a estas escuelas y universidades una oportunidad especial para continuar con la tradición jesuita de “cambiar el mundo.” (desde Heroic leadership: Best practices from a 450-year old company that changed the world de Chris Lowney, 2003).

¿Qué es esto?

Se sabe desde hace tiempo que el impacto de las formas en que producimos, consumimos y poblamos este planeta estresan las capacidades del planeta más allá de su habilidad para continuar proveyendo lo que se toma de él y absorber lo que se deposita sobre y dentro de él. Sin embargo, las acciones paliativas han sido trágicamente lentas y resultan inadecuadas para ir al encuentro de los retos a que nos enfrentamos. En el ámbito de la educación, las universidades y las escuelas de negocios jesuitas puede ser que obtengan unos resultados algo mejores en la lucha contra los desafíos de unas formas cada vez más insostenibles de estar en el planeta, pero todos sabemos que podemos hacerlo todavía mucho mejor.

Ahora, dos acontecimientos recientes y las palabras de los últimos tres Papas proporcionan un fuerte llamamiento que hay que escuchar y que nos debería alentar para volver a preocuparnos por nuestro común y único hogar terreno, y al cuidado de ese hogar, para honrar nuestros compromisos a largo plazo con la justicia social y el alivio de la pobreza protegiendo a aquellos de nuestros hermanos que son más vulnerables en un planeta en deterioro.

Los enérgicos y repetidos llamamientos a la acción comprometida por parte de estos tres Papas, la emisión del informe del Equipo de Trabajo Jesuita para la Ecología y el elevadísimo nivel del taller llamado Humanidad y naturaleza sostenibles: nuestra responsabilidad, celebrado en el Vaticano del 2 al 6 del pasado mayo, hacen una llamada a la renovación y expansión de nuestras acciones para sanar nuestro mundo roto.

¿Y entonces?

Los llamamientos a la acción por parte de los tres Papas más recientes son demasiados para empezar a enumerarlos (por ejemplo, “googlear” sencillamente el nombre de un Papa seguido de palabras como “cambio climático” o “desarrollo sostenible” arroja una rica colección de declaraciones pasadas y recientes junto con debates sobre esas declaraciones).

Hace un cuarto de siglo, el Papa Juan Pablo II dijo, “La progresiva degradación de la capa de ozono y el consecuente ‘efecto invernadero’ han alcanzado proporciones críticas.” Añadió además llamamientos urgentes a la acción en aquel mensaje del Día Mundial de la Paz en el enero de 1990 así como en muchas otras declaraciones durante su vida y su papado.

En septiembre de 2007, el Papa Benedicto XVI, en su Mensaje 
a los Participantes en el VII Simposio sobre 
Religión, Ciencia y Medio Ambiente, a su Santidad Bartolomé I 
Arzobispo de Constantinopla 
Patriarca Ecuménico, observó que “La preservación del medioambiente, la promoción del desarrollo sostenible y una especial atención al cambio climático son asuntos que conciernen gravemente a la entera familia humana.”

Mientras este editorial estaba siendo redactado, el Papa Francisco dirigió a una multitud masiva en Roma e hizo el caso religioso para abordar el cambio climático:

“Salvaguardad la Creación,” dijo el Papa Francisco. “¡Porque si destruimos la Creación, la Creación nos destruirá! ¡No lo olvidéis!”…“La Creación no es una propiedad de la cual podemos disponer a nuestro antojo o, todavía peor, la propiedad de unos pocos: la Creación es un regalo, es un regalo maravilloso que Dios nos ha dado, por lo que debemos cuidarla y usarla en beneficio de todos, siempre con gran respeto y gratitud”, dijo Francisco. “Pero cuando explotamos la Creación, destruimos los signos del amor de Dios hacia nosotros, al destruir la Creación estamos diciendo a Dios: ‘¡Esto no me gusta! ¡Esto no es bueno!’ ‘¿Entonces qué es lo que te gusta?’. ‘¡Me gusto yo!’ – ¡Aquí está el pecado! ¿Lo veis?”

Sanar un Mundo Herido

El informe del Equipo de Trabajo jesuita para la Ecología, Sanar un Mundo Herido urgía (aunque “sugiría” podría ser un término mejor) a la comunidad jesuita a considerar amplios, transformadores cambios en todos los aspectos de su trabajo y en la manera de ser, de arriba abajo, desde la formación de los novicios hasta la gestión de las instalaciones y la realización de inversiones financieras. Se invita, en parte, a las universidades jesuitas a “comprometerse (ellas mismas) con un entorno de aprendizaje basado en la experiencia en el que los estudiantes estén inmersos en problemas del mundo real, aprendan a desarrollar soluciones y dejen la universidad transformados por la experiencia;” “desarrollar en los campus una ética del medio ambiente en la que los estudiantes, el personal docente, el personal administrativo y el resto de los trabajadores participen en disminuir el consumo y en aumentar la reutilización y el reciclaje, y se comprometan en reducir el impacto del entorno del campus y en hacer un campus más ecológico;” y “desarrollar programas docentes que incluyan temas sobre la sostenibilidad e impartir un cierto nivel de conocimientos medioambientales.” (Promotio Iustitiae 106, 2011/2:46)

Taller de la Academia Pontificia de las Ciencias y la Academia Pontificia de las Ciencia Sociales sobre Humanidad y naturaleza sostenibles: nuestra responsabilidad, 2-6 mayo de 2014

El informe sumario  de los trabajos de los 38 expertos presentados en mayo de 2014 al taller incluye las discusiones que siguieron, produciendo llamadas a la acción en siete campos, todos ellos de potencial interés para las escuelas de negocios tanto jesuitas como no jesuitas. Algunos de estos campos incluyen “las condiciones de vida de las poblaciones pobres,” “medidas que puedan contribuir a mitigar los efectos de un cambio climático antropogénico continuado,” reconsiderar “prácticas agrícolas…, que incluyan aquellas presentadas por la revolución verde, destinadas a minimizar a largo plazo impactos medioambientales no deseados” y la consideración de los “impactos negativos en las condiciones para una vida sostenible de la creciente densidad geográfica de la población humana.”

Por supuesto, esos llamamientos se hicieron eco en muchos otros lugares.

Principios de Naciones Unidas para la Educación Responsable en Gestión (PRME)

Otro de los llamamientos especialmente cercano a los corazones de las escuelas y universidades de negocios jesuitas se da en los seis Principios de Naciones Unidas para la Educación Responsable en Gestión  – un protocolo al que se han sumado un creciente número de escuelas de negocios jesuitas. Los seis principios abordan Propósito, Valores, Método, Investigación, Colaboración, y Diálogo por y en las escuelas de negocios. Las seis se centran directamente en la transformación de la docencia y la investigación, y tal vez incluso en el servicio, de las escuelas de negocios de una manera que puedan contribuir a mundo más sostenible y socialmente más justo

Cuando se mira a través de la lente de la educación de los negocios, cada una de estas llamadas apunta a la necesidad de cambios profundos y generalizados en la educación de los negocios, para que se convierta en parte de la solución a la insostenibilidad global y que deje de ser parte del problema. Por el momento la educación de los negocios simplemente apoya una continuación de los negocios como siempre se han dado, en un tiempo en que los negocios tradicionales han mostrado una necesidad urgente de cambios profundos y fundamentales, ya que la educación de los negocios es parte del problema. Convertirse en parte de la solución requerirá muy probablemente transformar qué y cómo enseñamos, y muy probablemente qué buscamos con nuestra investigación, y quizás incluso transformar cómo contribuimos a nuestras comunidades y a nuestros hermanos y hermanas en nuestros compromisos de servicio y acciones.

Durante el despegue de la revolución de la calidad en la segunda mitad del siglo pasado, se hizo una llamada al cambio similar pero mucho menos amplia. En aquel entonces, la magnitud del cambio se comparó con “comerse un elefante”, una tarea que parecía imposible por su enormidad. Sin embargo, fue desempeñada por multitud de individuos y organizaciones paso a paso. O, como el líder de calidad Joseph M. Juran dijo muchas veces acerca de comerse el elefante de la transformación de la calidad, la única forma de hacerlo era “bocado a bocado.”

¿Y ahora qué?

¿Dónde podrían los miembros de las escuelas de negocios y universidades jesuitas encontrar un bocado de la enseñanza de los negocios y la transformación social suficientemente pequeño y sabroso para tomarlo y masticarlo?

Bien, uno de los pequeños bocados podría ser contribuir a encontrar una palabra o frase en latín para unirse a cura personalis, homines pro aliis, y magis, y al hacerlo, llamar la atención sobre el cuarto pilar de la educación jesuita y el servicio de inspiración jesuítica. Ese pequeño bocado podría ser particularmente entretenido para que empiece a rumiarlo esta revista – quizás en colaboración con una plataforma de organización y difusión como es Ecojesuit.  Ecojesuit podría albergar un diálogo sobre el tema “¿qué frase en latín prefieres para traducir ‘caring for God’s creation’ (‘apreciar la creación de Dios’), o alguna frase similar en inglés? ¿Nos gustaría probárnosla un rato para ver cómo nos queda y cómo nos sentimos llevándola?”

Y, con al menos una versión de prueba de esa frase latina que pueda irse utilizando (o mejor aún, que vaya haciéndose hueco en nuestras lenguas), quizás pueda empezar una conversación en nuestros campus sobre la adición formal de un cuarto pilar a la misión educativa jesuítica en los negocios y más allá.

Y quizás, profundizando en esa frase y generando conversaciones sobre la posibilidad de añadirla a nuestra misión y hacerla parte de los pilares de la educación jesuita, esta podría empezar a influir en las decisiones que tomamos sobre enseñanza, investigación, y servicio.

Y quizás estas conversaciones y decisiones incipientes y acciones en las escuelas jesuitas de negocios y en los campus universitarios jesuitas, podrían empezar a ser escuchadas en otros campus y en las salas de juntas ejecutivas de las mismísimas organizaciones que hoy en día, como siempre, están comprometidas con triunfar en los negocios. Incluso si dicho éxito será antes o después fatal para estas organizaciones, y quizás mucho antes de lo que ellos (y nosotros) piensan.

Y quizás los progresos en la búsqueda de unas pocas palabras en latín y las conversaciones resultantes en los campus jesuitas sobre un cuarto pilar podrían ser presentadas en esta revista el próximo año, y en los encuentros anuales combinados de 2015 entre los profesionales de la enseñanza jesuita de los negocios y el foro mundial IAJBS en la Universidad Católica del Uruguay en Montevideo, Uruguay.

Quizás.

En realidad, esa conversación parece haber comenzado ya en cierta medida.

Algunos individuos, quizás muchos, han empezado a hablar y a escribirse entre ellos acerca de qué frase latina podría capturar y comunicar un cuarto pilar fundamental de la educación jesuita. Al menos seis frases por lo pronto nos han llamado la atención: cura orbis terrarium; cura mundus et natura; cura terra; cura naturaeque personalis; cura personalis, cura mundi; y cura naturalis.

Cada una de estas frases tiene ventajas y desventajas, y la mejor para este momento podría no estar entre ellas. Va a ser interesante escuchar, a lo largo de este próximo año, esas conversaciones sobre la “mejor frase” y las conversaciones emergentes sobre misión y nuestras acciones para llevar esa misión a la realidad.

2014_08_31_Editorial_Photo2James “Jim” Stoner es un profesor de sistemas de gestión de la Fordham Escuelas de Negocio en la Fordham University de Nueva York, Estados Unidos. Antes de comenzar su carrera académica, el Profesor Stoner fue el responsable de desarrollo de proyectos para el Ministerio de Comercio e Industria en el gobierno de Tanganica, que ahora se llama Tanzania. Tiene un doctorado y un MS en el Massachusetts Institute of Technology y un BS de Antioch College. Puede ponerse en contacto con él a través de su correo electrónico stoner(at)fordham.edu.

Excepto el título revisado y algunos cambios del texto menores, este artículo se reimprime en su totalidad con el permiso del consejo de redacción del Journal of Management for Global Sustainability, donde este editorial titulado “Cura Personalis, Homines Pro Aliis, Magis and …?” se publicó en su edición del volumen 2 (2014).

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