
John McCarthy SJ
¿Cómo se ve la ecología integral en el bioma boreal circumpolar? Esta pregunta rara vez, o jamás, se hace y las respuestas no son evidentes de ninguna manera.
Abarcando todas las regiones circumpolares del mundo, la región de los bosques boreales es uno de los biomas más grandes del planeta Tierra. Con cerca del 30% de la superficie forestal mundial (Brandt et al. 2013), esta vasta región se extiende a lo largo de la inmensa taiga rusa, atravesando Fenoescandinavia, de mar a mar en todo Canadá y en los bosques boreales de Alaska. Los bosques de coníferas verde oscuras de pino, pícea, abeto y alerce se mezclan con los bosques caducifolios de color verde claro de abedul, álamo y populus.

He empezado a soñar con una red eclesial boreal. Las principales regiones de bosques tropicales del mundo (es decir, la cuenca del Amazonas, la cuenca del Congo, el sudeste de Asia y Oceanía) tienen sus respectivas redes eclesiales, y la red del Amazonas sirvió de inspiración para la Asamblea Amazónica de Obispos Católicos de Ontario (Canadá) de 2019 y algunas otras organizaciones católicas.
El Sínodo Amazónico inició un cambio paradigmático en el pensamiento social católico. El Sínodo resultó ser la primera ocasión en la que la Iglesia universal centró su oración y reflexión en un bioma ecológico. Como señaló el Papa Francisco, “… los creyentes encontramos en la Amazonia un lugar teológico, un espacio donde Dios mismo se muestra y convoca a sus hijos e hijas” (Querida Amazonia # 57). Los biomas son loci teológicos.
Funciones esenciales y consecuentes de los bosques boreales
Los bosques boreales son esenciales para la vida ecológica, cultural, económica y espiritual de muchas personas (Gauthier et al. 2015). Rica en agua con innumerables lagos y ríos y vastos humedales, la región boreal contiene más agua dulce que cualquier otro bioma del mundo (Schindler 1998). La zona boreal de Canadá contiene 25 por ciento de los humedales del mundo y más agua superficial que cualquier otro entorno a escala continental (Wells et al. 2020).
Los bosques boreales juegan un papel consecuente en la regulación del clima global con 30 a 40 por ciento del carbono terrestre almacenado. De hecho, es muy probable que la reserva total de carbono del bosque boreal esté subestimada y, de hecho, puede ser mayor que la de los bosques tropicales (Bradshaw y Warkentin 2015; Pan et al. 2011; Walker et al. 2019). Se estima que los bosques boreales representan casi el 20 por ciento del sumidero mundial de carbono de los bosques (Pan et al. 2011).
Esto contrasta con los bosques tropicales del mundo que, a pesar de representar hasta la mitad del sumidero de carbono mundial en bosques, en realidad pueden ser neutros en emisiones de carbono (Mitchard 2018) o incluso una fuente leve de carbono dada su tasa actual de deforestación y degradación (Baccini et al. 2017).
La baja densidad poblacional humana y los impactos humanos relativamente bajos se traducen en un bioma caracterizado por un alto nivel de integridad ecológica. Solo en América del Norte, el bosque boreal se considera intacto hasta en un 80 por ciento con mínima perturbación humana (Wells et al. 2020). Como proveedores del 33 por ciento de la madera y del 25 por ciento del papel en el mercado de exportación mundial, los bosques boreales son el soporte de las economías y el desarrollo de muchas comunidades del norte (Burton et al. 2010).
La región boreal es el hogar de muchas comunidades indígenas para quienes los bosques boreales sustentan su memoria y su esperanza. Solo en Canadá, el bosque boreal es la base cultural, espiritual y económica de aproximadamente 600 comunidades indígenas (Canadian Boreal Initiative 2005).

Mínima atención mundial hacia los bosques boreales, preocupaciones nacionales crecientes en Canadá
A pesar del valioso y fundamental papel que desempeñan los bosques boreales en la vida de muchas personas, el destino de los bosques boreales no ha atraído la atención mundial (Moen et al. 2014). La preocupación pública por el futuro de la región boreal rara vez es percibida o considerada. Hay varias razones que pueden contribuir a esta situación.
Primero, la región boreal tiene una baja densidad poblacional, es geográficamente remota, está ubicada lejos de centros de poder político, y permanece fría o congelada durante buena parte del año. No ocupa un lugar destacado en las políticas ni en los programas de gobierno. En segundo lugar, dado que los bosques boreales se encuentran dentro de países que tienen una larga historia de gestión forestal, con supervisión política y legislativa bien elaborada, es posible suponer que habría pocas razones para preocuparse. En tercer lugar, dado que se considera a la región boreal como la de mayor integridad de los biomas del mundo, y es tan vasta y remota, se asume que la explotación industrial y el uso humano siempre serán mínimos y de escasas consecuencias generales.
A pesar de esta falta de atención a nivel mundial, las preocupaciones a nivel nacional están aumentando. Esto es particularmente cierto en Canadá, donde los desafíos de la conservación de los bosques boreales, la explotación industrial y la necesidad de establecer un adecuado relacionamiento con los pueblos indígenas continúan creciendo.
Canadá tiene alrededor del 28 por ciento de la zona boreal del mundo y 75 por ciento de sus bosques y tierras boscosas nacionales están en la zona boreal, o hasta el 88 por ciento de la zona boreal de América del Norte (Brandt 2009). Canadá es, en otras palabras, una nación boreal, sus bosques boreales y sus culturas definen en gran medida la identidad nacional canadiense.
Desde el informe del Senado canadiense de 1999 titulado Realidades en competencia: el bosque boreal en riesgo (en ingles, Competing Realities: The Boreal Forest at Risk), las preocupaciones sobre el futuro de la región boreal están en aumento (Brandt et al. 2013; Canadian Boreal Initiative 2005; National Round Table on the Environment and the Economy 2005; Schneider 2002). La silvicultura, la minería, la extracción de petróleo y gas, los proyectos hidroeléctricos y otros desarrollos industriales y su infraestructura asociada se están expandiendo por toda la región boreal (Brandt et al. 2013).
En respuesta, muchas organizaciones no gubernamentales nacionales y mundiales iniciaron campañas de conservación de los bosques boreales. De particular importancia en Canadá es el creciente movimiento de conservación indígena. Muchas comunidades indígenas de Canadá iniciaron procesos que conducen a la identificación y gobernanza de las áreas protegidas y de conservación indígena. Esta creciente iniciativa en todo el país infundió esperanza y confianza a medida que las comunidades reconocen la protección de las tierras como elemento clave para el proceso de sanación y reconciliación nacional (Moola & Roth 2019; Tran et al. 2019; Zurba et al. 2019).
Tshaukuesh Elizabeth Penashue, una anciana Innu de la reserva Sheshatshiu en los bosques boreales del este de Labrador, es fuente de inspiración. Su testimonio de décadas sobre el cuidado de la familia, la comunidad y el bosque boreal de su tierra natal se revela conmovedoramente en la reciente publicación de sus diarios, acertadamente titulados Nitinikiau Innusi: Hablo por la Tierra (Penashue 2019). Para apreciar mejor el testimonio de Tshaukuesh Elizabeth Penashue sobre la ecología integral en el bosque boreal de Labrador, los invito a ver el siguiente video: Meshkanu: The Long Walk of Elizabeth Penashue.
Bosque viejo de Picea (abeto)-Abies (abeto) boreal, Labrador (J McCarthy) Bosque viejo de Abies balsamea (abeto balsámico)-Picea (abetos), Newfoundland (J McCarthy)
Un querido sueño eclesial boreal
La Iglesia Católica está ausente de los temas relacionados con los bosques boreales. Sin embargo, el reciente enfoque eclesial sobre la importancia teológica de los biomas ecológicos podría cambiar esta situación.
El Sínodo Amazónico, patrocinado por la Santa Sede en 2019, ofreció la primera instancia de la Iglesia universal que busca los caminos de Dios en y a través de un bioma particular. La línea de apertura de Querida Amazonia es instructiva: La querida Amazonia se muestra ante el mundo con todo su esplendor, su drama, su misterio (Querida Amazonia # 1).
Quizás sea hora de que la Iglesia se centre en el “amado boreal” como lugar de encuentro Trinitario y como camino hacia la comunidad y la reconciliación.
El sueño eclesial boreal espera abrir un espacio en el que se plantea la pregunta acerca de cómo se ve la ecología integral en un bioma boreal, y potencialmente se responde. Una red eclesial boreal para la ecología integral sigue siendo un sueño hasta ahora, pero el futuro se construye sobre sueños, el sueño de una visión de la región del bosque boreal como un locus de encuentro con la Trinidad Creadora.
Esta historia también está disponible en inglés.
References:
Baccini, A., W. Walker, L. Carvalho, M. Farina, D. Sulla-Menashe, and R.A. Houghton. 2017. Tropical forests are a net carbon source on aboveground measurements of gain and loss. Science 358: 230-234.
Bradshaw, C.J.A. and I.G. Warkentin. 2015. Global estimates of boreal forest carbon stocks and flux. Global and Planetary Change 128: 24-30.
Brandt, J.P., M.D. Flannigan, D.G. Maynard, I.D. Thompson, and W.J.A. Volney. 2013. An introduction to Canada’s boreal zone: ecosystem processes, health, sustainability, and environmental issues. Environmental Reviews 21: 207-226.
Brandt, J.P. 2009. The extent of the North American boreal zone. Environmental Reviews 17: 101-161.
Burton, P.J., Y. Bergeron, B.E.C. Bogdanski, G.P. Judy, T. Kuuluvainen, B.J. McAfee, A. Ogden, V.K. Teplyakov, R.I. Alfaro, D.A. Francis, S. Gauthier, and H. Jarkko. 2010. Sustainability of boreal forests and forestry in a changing environment. In Forests and Society – Responding to Global Drivers of Change. IUFRO World Series Volume 25. Edited by G. Mery, P. Katila, G. Galloway, R.I. Alfaro, M. Kanninen, M. Lobovikov, and J. Varjo. International Union of Forest Research Organizations (IUFRO), Vienna. pp. 249-282.
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Gauthier, S., P. Bernier, T. Kuuluvainen, A.Z. Shvidenko, and D.G. Schepaschenko. 2015. Boreal forest health and global change. Science 349: 819-822.
Mitchard, E.T.A. 2018. The tropical forest carbon cycle and climate change. Nature 559: 527-534.
Moen, J., L. Rist, K. Bishop, F.S. Chapin III, D. Ellison, T. Kuuluvainen, H. Petersson, K.J. Puettmann, J. Rayner, I.G. Warkentin, and C.J.A. Bradshaw. 2014. Eye on the Taiga: Removing global policy impediments to safeguard the boreal forest. Conservation Letters 7(4): 408-418.
Moola, F. and R. Roth. 2019. Moving beyond colonial conservation models: Indigenous Protected and Conserved Areas offer hope for biodiversity and advancing reconciliation in the Canadian boreal forest. Environmental Reviews 27: 200-201.
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Pan, Y., R.A. Birdsey, J. Fang, R. Houghton, P.E. Kauppi, W.A. Kurz, O.L. Phillips, A. Shvidenko, S.L. Lewis, J.G. Canadell, P. Ciais, R.B. Jackson, S.W. Pacala, A.D. McGuire, S. Piao, A. Rautiainen, S. Sitch, and D. Hayes. 2011. A large and persistent carbon sink in the world’s forests. Science 333: 988-993.
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Tran, T.C., N.C. Ban, and J. Bhattacharyya. 2019. A review of successes, challenges, and lessons from Indigenous protected and conserved areas. Biological Conservation 241. doi:https://doi.org/10.1016/j.biocon.2019.108271.
Walker, X.J., J.L. Baltzer, S.G. Cumming, N.J. Day, C. Ebert, S. Goetz, J.F. Johnstone, S. Potter, B.M. Rogers, E.A.G. Schuur, M.R. Turetsky, and M.C. Mack. 2019. Increasing wildfires threaten historic carbon sink of boreal forest soils. Nature 572(7770): 520-523. doi:10.1038/s41586-019-1474-y.
Wells, J.V., N. Dawson, N. Culver, F.A. Reid, and S. Morgan Siegers. 2020. The state of conservation in North America’s boreal forest: Issues and opportunities. Frontiers in Forests and Global Change 3: Article 90. doi:https://doi.org/10.3389/ffgc.2020.00090.
Zurba, M., K.F. Beazley, E. English, and J. Buchmann-Duck. 2019. Indigenous Protected and Conserved Areas (IPCAs), Aichi Target 11 and Canada’s Pathway to Target 1: Focusing Conservation on Reconciliation. Land 8(1): 10. doi:doi:10.3390/land8010010.

John McCarthy SJ es científico y ecologista y tiene interés “en todo lo relacionado con la fe, la ecología y la ciencia, también en la investigación científica” y “siempre fascinado por la naturaleza, pasando gran parte de su tiempo al aire libre”. Su primera titulación es en biología de árboles forestales y realizó un máster en ciencias del suelo y un doctorado en ecología de bosques boreales. El padre John trabaja en la taxonomía y la biodiversidad de los líquenes de Terranova y Labrador, en Canadá, y en 2016 una especie de líquenes recibió su nombre, Acarospora maccarthyi K. Knudsen & Kocourk. También es autor de dos libros de divulgación sobre fe y ciencia, Do Monkeys Go to Heaven? en 2014 y Do Monkeys Go to Heaven? 2.0 en 2017. El P. John es coordinador de ecología de la Provincia de los Jesuitas de Canadá y forma parte de la Comisión de Justicia, Reconciliación y Ecología, ayudando a animar a la Provincia a integrar la ecología en sus formas de proceder tanto a nivel comunitario como apostólico y acogiendo la llamada de Laudato Si’ y las Preferencias Apostólicas Universales.
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