En defensa y dando la vida por el medio ambiente

En defensa y dando la vida por el medio ambiente

Una vez recibido el Premio Ambiental Goldman 2015, Berta Cáceres (1973-2016) compartió que “dar la vida en diversas formas para la protección de los ríos es dar la vida por el bienestar de la humanidad y del planeta.” Fue asesinada un año más tarde. Foto de: sixdegreesnews.org
Una vez recibido el Premio Ambiental Goldman 2015, Berta Cáceres (1973-2016) compartió que “dar la vida en diversas formas para la protección de los ríos es dar la vida por el bienestar de la humanidad y del planeta.” Fue asesinada un año más tarde. Foto de: sixdegreesnews.org

El informe En Terreno Peligroso publicado por la ONG Global Witness  pone de relieve que 185 personas han sido asesinadas defendiendo sus tierras, bosques y ríos en 16 países, con mucho, el más alto número de muertes anuales en el registro y más del doble de periodistas muertos en el mismo período.

“América Latina es la región más afectada,” constató Billy Kyte, de Global Witness, en un informe del Washington Post sobre los homicidios ambientale después de que Berta Cáceres, dirigente indígena y defensora hondureña de los derechos indígenas y ambientales, fuera asesinado el pasado 3 de marzo.

En los últimos años, el número de activistas medioambientales que perdieron la vida en su lucha para proteger el medio ambiente y la biodiversidad en Honduras en Centroamérica ha aumentado y es uno de los países más peligrosos para defender el medio ambiente en contra de los intereses de los poderosos y la agresividad con la que cierta actividades causan la destrucción del entorno  natural.

Honduras es un campo de muerte para combatir el cambio climático y la protección del medio ambiente.  Luchar contra las grandes corporaciones para proteger los derechos de los pueblos indígenas es una actividad de alto riesgo.  Global Witness informa que durante cinco años (2010-2014), más de 450 personas fueron asesinadas, y de estas, más de la mitad estaban en Honduras y Brasil.  Solo en Honduras, 114 ambientalistas fueron asesinados en poco más de una década.

Berta Cáceres fue asesinada en su casa de La Esperanza, Intibucá, el occidente de Honduras, a pesar de las medidas de protección.  Era ecologista y coordinadora general del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras.  Berta ganó el Premio Ambiental Goldman 2015  por su trabajo y liderazgo reuniendo las “poblaciones indígenas lencas de Honduras y llevando a cabo una campaña popular que presionó con éxito la promotora de represas más grande del mundo para que abandonase la presa de Agua Zarca.”

Berta se opuso a la construcción del proyecto hidroeléctrico Agua Zarca en el Río Gualcarque, considerado sagrado por su pueblo, y que amenazaba su comunidad.  El proyecto es una de las mayores inversiones de energía hidroeléctrica de América Central e implica una cascada de cuatro presas en la cuenca del río Gualcarque, uno de los cuales es la presa de Agua Zarca.  La batalla se volvió en su contra en los tres años con la firma local Desarollos Energéticos, SA (DESA) ya que se tradujo, por recelos y desconfianza, en amenazas de muerte, intentos de chantaje e  intimidación.  Berta sabía que esta batalla la había puesto en el punto de mira.

DAES-Agua Zarca amenaza el lecho del río natural que es un lugar sagrado para el pueblo lenca indígena y está destruyendo este ecosistema único.  Para evitar esta acción dañina, Berta Cáceres tomó la iniciativa de movilizar al pueblo Lenca y dio una dimensión internacional a la lucha, enfrentándose a las fuerzas financieras y políticas de gran alcance en América Central.  La campaña pública llevó a la retirada de la compañía china y el Banco Mundial como principales asociados en la financiación del proyecto.  Solo la empresa hondureña DESA se mantuvo para continuar con el proyecto.

Foto de: On Dangerous Ground by Global Witness, June 2016
Foto de: On Dangerous Ground by Global Witness, June 2016

La presión internacional y la presencia de un testigo en el asesinato de Berta, el activista mexicano Gustavo Castro, facilitaron la resolución del crimen.  En mayo pasado, un alto ejecutivo de DESA y el jefe de seguridad de la empresa, junto con un oficial retirado del Ejército y dos sicarios fueron detenidos y enviados a juicio por el asesinato de Berta.

Padre Ismael Moreno, SJ (conocido por muchos como el padre Melo) conocía a Berta Cáceres muy bien y compartieron muchos momentos de la acción pública frente a las grandes empresas o el gobierno de Honduras.  El Padre Melo es el director de Radio Progreso, una emisora de radiodifusión muy conocida en Honduras que apoya firmemente las preocupaciones de las comunidades indígenas y que ha denunciado públicamente violaciones de los derechos humanos.  En marzo de 2014, un miembro de su personal, el periodista Carlos Mejía Orellana, murió a causa de las posiciones adoptadas por Radio Progreso.  Ecojesuit presentó previamente una historia en la comprensión del impacto de la minería en Honduras.

Padre Melo escribió un conmovedor testimonio con motivo de la muerte de Berta:

“Berta Cáceres creció compartiendo la tortilla y el café, el tamal y el copal, las candelas blancas, amarillas, azules y verdes con el pueblo lenca. Su amor por ese pueblo nació desde el vientre de su madre. Después fueron las ideas, los conceptos, las decisiones políticas. Por lo arraigado del amor por la cultura lenca Berta fue insobornable. Nadie la pudo comprar, nadie la pudo domar. Nadie pudo con ella. Tuvieron que matarla. Sin esa mística primigenia, sin ese amor esencial, las personas pueden ser sobornables, domables, comprables. Las ideas claras, los conceptos exactos, las posiciones políticas lúcidas no garantizan fidelidad a los pobres. Sólo una vida vivida en complicidad con la gente es garantía que convierte la lucha en una pasión inclaudicable. Por eso la mataron. Ése es el legado que Berta nos deja.”

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