Fe y Medioambiente: Conferencia en el Parlamento Europeo sobre Caritas in Veritate

Frank TurnerFrank Turner, SJ

La Comisión de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea (COMECE) y el Grupo Popular Europeo (PPE) organizaron el pasado 14 de Septiembre una conferencia sobre la encíclica papal “Caritas in Veritate” (Caridad en la Verdad) en la que participo Frank Turner SJ, Director General del OCIPE-Bruselas.

Quiere hacer breve anotación preliminar a una cuestión planteada indirectamente pero que no se suele discutir directamente. Se trata de la ‘Doctrina o Enseñanza Social de la Iglesia’ (DSI a partir de ahora) como género particular y de la forma de abordar la lectura de documentos como Caritas in Veritate. Este tipo de documentos cumplen una función importante en la Iglesia y tienen limitaciones internas al mismo tiempo. La elección de un modo particular de expresión implica oportunidades y limitaciones al mismo tiempo. En concreto una encíclica no es ni un análisis político ni una obra propiamente teológica. Es magisterio eclesial.

  • En un análisis político habría que esperar un abordaje equilibrado de las distintas cuestiones y una discusión de los distintos asuntos de la vida pública (el medioambiente, la crisis económica y financiera, las migraciones, etc.) Caritas in Veritate no hace este tipo de análisis, sino que presenta la enseñanza oficial de la Iglesia y el acercamiento ‘magisterial’ a estos problemas. Este tipo de documento presupone que el duro trabajo de análisis se realiza en otro lugar por católicos y otros cristianos – por ejemplo el realizado por científicos, politólogos y políticos –.
  • Lo más sorprendente quizás es que este tipo de documentos no se considere propiamente teología. La teología es un discurso crítico. Sin embargo el papa en Caritas in Veritate no presenta una posición y luego discute las fortalezas y debilidades de posiciones alternativas finalizando con una conclusión. En este caso simplemente presenta la enseñanza. Y este punto es de crucial importancia: la Iglesia (y todas las personas de buena voluntad) puede ser ayudada pero no basta la enseñanza para que lo sea en la práctica. Un documento del magisterio presupone y asume que se está realizando un trabajo de reflexión teológica en el seno de la Iglesia. La DSI es poderoso y sofisticado al mismo tiempo. Un proceso activo e inteligente de recepción es un elemento imprescindible en su utilización. En este caso el estudiante no es menos importante que el maestro.

Dicho lo cual vuelvo al tema que nos interesa: ‘Fe y medioambiente’. Subdividiré este tema en tres apartados. Los tres han sido abordados por CV aunque no tienen el mismo peso en la encíclica. Esto es lógico, ya que la encíclica no tiene por objeto el medioambiente sino, como indica el título, la articulación de lo que significa la verdadera caridad. (En su mensaje en el Día Mundial de la Paz del 1 de Enero de 2010, “Si quieres cultivar la paz, protege la creación”, el Papa Benedicto desarrolla la encíclica de forma más sistemática. A continuación me referiré también a este mensaje).

A mi juicio son tres los tres temas medioambientales que toca CV. En cada caso cito la encíclica y ofrezco un comentario.

  1. A los ojos de la fe la creación muestra a Dios, el Creador.
  2. No hay vida humana fuera de la tierra, debemos respetarla y protegerla.
  3. Los bienes de la creación son para todos y han de ser compartidos. Por lo tanto nuestras acciones hacia el medioambiente deben estar marcadas por una preocupación hacia el bien común. Este bien es un bien del cual ninguna persona o grupo (especialmente los pobres) debe ser sistemáticamente excluido.

I. A los ojos de la fe la Creación revela a Dios creador. Parte de la respuesta humana a la Creación es ‘contemplación’: hemos de apreciarla. Si no lo hacemos, cualquier deber obligación ética de protegerla parecerá secundario o cuanto menos impositivo.

Esta intuición, por supuesto, precede a la era Cristiana. El Salmo 104 es un himno a la gloria de la creación que lleva a la alabanza del Creador (v.33, “Cantare al Señor todos los días de mi vida…”)

En Caritas in Veritate (§.48): ‘El creyente reconoce en la naturaleza el maravilloso resultado de la intervención creadora de Dios, que el hombre puede utilizar responsablemente para satisfacer sus legítimas necesidades —materiales e inmateriales— respetando el equilibrio inherente a la creación misma. Si se desvanece esta visión, se acaba por considerar la naturaleza como un tabú intocable o, al contrario, por abusar de ella. La naturaleza es… un don del Creador que ha diseñado sus estructuras intrínsecas.’

Comentario: hemos de apreciar la creación como un bien autentico e inherente. Verla como un absoluto significaría negar que posee un bien (y ‘un Dios’ más allá de ella misma). El argumento del Papa se dirige en dos direcciones contrarias. Por un lado, la actitud contemplativa hacia la naturaleza no debe derivar hacia un ‘culto de la naturaleza’, la llamada ‘ecología profunda’ (El mensaje del 2010 habla de ‘ecocentrismo’). Esta visión ve al hombre como una especia más entre otras, partes de un orden natural pero incapaz de trascenderlo. Desde la perspectiva de la ecología profunda los seres humanos serian prescindibles si se convierten en una amenaza para el resto de la creación, la cual se convierte en intocable, en un ‘tabú’. Pero al mismo tiempo, la creación tiene un orden, el Creador ‘ha diseñado sus estructuras intrínsecas’. Por lo tanto tiene un valor intrínseco que no es totalmente reducible a los intereses humanos. El cuidado de la naturaleza va más allá del propio interés. Podemos (debemos) usarla para cubrir nuestras necesidades legitimas, pero dañarla para satisfacer nuestros excesos es un abuso. (Esta mañana observamos la posibilidad que la idea de ‘desarrollo’ se ha limitado a ‘acumular’.)

II. El cosmos, y en especial la tierra, es el contexto indispensable de la vida humana. En Caritas in Veritate (§.50): ‘Es lícito que el hombre gobierne responsablemente la naturaleza para custodiarla, hacerla productiva y cultivarla también con métodos nuevos y tecnologías avanzadas, de modo que pueda acoger y alimentar dignamente a la población que la habita… debemos considerar un deber muy grave el dejar la tierra a las nuevas generaciones en un estado en el que puedan habitarla dignamente y seguir cultivándola.’ Desde una perspectiva judeo-cristiana hay ‘alianza entre ser humano y medio ambiente que ha de ser reflejo del amor creador de Dios’. Dicho con otras palabras, asumimos una obligación que fluye de la fe para sostener la creación e incluso mejorarla por medio de la tecnología y el ingenio humano.

Comentario: el hecho que habitemos la tierra no es accidental sino parte de nuestra propia esencia. No podemos alcanzar el bien humano a parte del bien de la creación. La relación entre la humanidad y el resto de la creación es recíproca. Somos ‘arrendatarios’ de la tierra, no sus propietarios. El Papa cita Génesis 2, ‘para que lo cultivara y lo cuidara’. En el mensaje del 2010, el Papa Benedicto interpreta Génesis no solo como una concesión de autoridad y aún menos ‘dominio’, sino como responsabilidad. El papa cita la encíclica Centesimus Annus (1991) de Juan Pablo II: por el pecado la naturaleza no es ‘gobernada’ por los seres humanos, sino ‘tiranizada’.

Con la cuestión del cambio climático, una de las grandes amenazas de nuestra época, aunque se discuta el grado de influencia es evidente que la acción humana contribuye en este proceso. Lo que no se puede discutir es que la amenaza es un reto para toda la humanidad.

III. ‘Los bienes de la creación pertenecen a la humanidad entera’ (del mensaje del 2010, §.7). La degradación ambiental también es un mal social: aunque en su mayoría es generada por países ricos y gente rica, daña especialmente a aquellos que tienen menos posibilidades de esquivar sus consecuencias, los pobres. Las primeras secciones de Caritas in Veritate (§6-7) reflexionan sobre el conjunto de la DSI e insisten en que la justicia al servicio del bien común está en el corazón de lo que se ama. Esta perspectiva subyace también en el tratamiento de las cuestiones medioambientales. De hecho las secciones sobre el medioambiente son abordadas desde la perspectiva del desarrollo. El Papa aplica el principio del destino universal de los bienes de la creación a las principales dimensiones de la vida humana: comercio, orden político internacional y las elecciones personales comúnmente expresadas por medio de la sociedad civil.

Comercio (§.49): ‘hay también una urgente necesidad moral de una renovada solidaridad… Las sociedades tecnológicamente avanzadas pueden y deben disminuir el propio gasto energético – para que otras no tengan que sufrir innecesariamente.
El orden político internacional (§ .67): el Papa, al contrario de lo que algunos han supuesto, no propone un ‘gobierno mundial’ – pero recomienda una ‘verdadera autoridad política mundial’ para abordar ciertos temas que las instituciones actuales no son capaces de resolver de forma efectiva. Entre estos temas se encuentra la protección medioambiental. El subraya especialmente la urgente necesidad de paz, sin perder las miras (en este particular contexto) en la inmensa degradación ambiental causada por la actividad militar.

Responsabilidad personal (§. 51): Es fácil cargar toda la culpa y la responsabilidad sobre las espaldas de los políticos, las empresas, etc. Por ello el Papa invoca igualmente los ideales de la sobriedad y la simplicidad, ideales que pueden ser inspirados por la fuerza espiritual de una visión de fe, pero que difícilmente serán una causa ‘plausible y popular’ para la clase política a menos que la preocupación medioambiental permee ampliamente la sociedad. ‘Esto exige que la sociedad actual revise seriamente su estilo de vida que, en muchas partes del mundo, tiende al hedonismo y al consumismo, despreocupándose de los daños que de ello se derivan.’ En lugar de ‘crecimiento’ indiscriminado, hemos de buscar ‘solidaridad y amistad cívica.’

Señores y señoras, no creo que el Papa aquí este apelando a la gente de Somalia o Bangladesh, ni siquiera a los pobres de Bruselas y Londres. Lo que tiene en mente es gente como nosotros.

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