
Pedro Walpole, SJ
Pasé de un pueblo de montaña en el sur de Filipinas a la Conferencia internacional de Río de Janeiro, Brasil, la tierra del “pan de azúcar” y las playas. De regreso a las montañas después de los debates, ¿qué me puedo traer, y como yo otras 50.000 personas que regresan a sus casas, podemos compartir como fuente de esperanza?
Honestamente, no puedo pensar en una conferencia mundial, como la de Río+20, sin un tono de decepción – que es la naturaleza de la política poco convencida, del pacto político. El ideal de un organismo mundial como las Naciones Unidas capaz de fraguar la paz mundial es tan poco realizable, como los actuales esfuerzos en el desarrollo sostenible o la economía verde. Sí, necesitamos estos ideales, los modelos económicos y el optimismo político compartido; pero necesitamos mucho más para forjar un camino de sostenibilidad. El establecimiento de un mundo sostenible es el reto de toda la humanidad en este momento. Todos necesitamos estar implicados en la acción – no sólo en la imagen – desde lo local a lo global, desde los bosques a las grandes ciudades.
La respuesta dada no es lo que se necesita, e incluso los políticos se tienen que sentir un poco desilusionados. Tampoco puede la sociedad civil, a este nivel global, generar un compromiso que provoque el cambio político capaz de superar los obstáculos. Se han firmado cientos de acciones voluntarias y el resto son declaraciones de intenciones: reconocemos … afirmamos … instamos a … hacemos hincapié en … pero la voluntad política queda a la espera de otra oportunidad.
Mientras tanto, en Siria, la primavera árabe cambia de estación y se transforma en grave violencia, el Movimiento Ocupa no tiene aliados económicos capaces de abordar el desempleo, y la gente que huye en barco en Asia, buscando refugio, vuelve a ser encarcelada. Vemos la necesidad de tener mayor capacidad de respuesta, pero nuestros sistemas son muy limitados. Nuestra conciencia de estas experiencias, a nivel mundial, nos muestra que no podemos manejar el presente y tampoco trazar un camino de salida. Para colmo de la desesperación, estamos entrando en la “sexta extinción masiva” según Ashok Khosla[1], que en Río de Janeiro, describía así la crisis actual si nos negamos a adaptarnos. La adaptación a cumplir con nuestras responsabilidades nos lleva de nuevo a dos principios, ambos inspiradores.
En primer lugar, son los jóvenes los que, inevitablemente, se preocupan de estos problemas. ¿Cuáles son estos problemas? Que debemos satisfacer las necesidades básicas de todas las personas y mantener los recursos naturales. Que necesitamos más encuentros abiertos delos jóvenes a asumir este reto. Los más mayores y los más jóvenes[2], los activistas y los agitadores de este mundo, todos necesitamos más humildad y la esperanza para diseñar la ruta de “el futuro que queremos.”[3]
En segundo lugar, la crisis puede transformarse si desarrollamos la confianza y las alianzas necesarias. ¿Cómo puede producirse este cambio? Necesitamos que se conecten las principales preocupaciones sobre sostenibilidad tanto si se refiere a prácticas o políticas, tanto si son en la enseñanza básica o en la superior, si se trata de agricultores o el mundo de las finanzas. Esto se logrará profundizando en nuestros propios compromisos tanto si los otros cambian o no.
Tenemos menos de dieciocho meses para defender y obtener la rendición de cuentas mucho más transparente por parte de los gobiernos. Entonces tendremos que tratar estos asuntos de nuevo en la Asamblea General de Naciones Unidas de 2013, para ver qué países se comprometen y dónde estamos respecto a los ODM[4]. Se necesita mucha más acción por parte de la sociedad civil con impacto en el terreno y el mayor programa de escucha y acompañamiento sobre el terreno que ningún otro proyecto “a 3 años” haya podido hacer. Tenemos que volver a la senda del cambio que sana.
Así que la experiencia de Río de Janeiro es una experiencia de conexión a nivel mundial y de escucha de los aspectos en común que compartimos, ahora es el momento de regresar y avanzar con renovada toma de conciencia. En concreto traigo cuatro cosas.
1. Los signos de los tiempos son evidentes, o como dicen en América Latina, el “hecho mayor.” El hecho más importante para la historia de nuestro tiempo presente son la pobreza y la sostenibilidad. Así la pobreza y la degradación de la tierra no son síntomas sino las causas de un mundo herido, incluido el cambio climático. Debemos responder a esta llamada al cambio, comprendiendo sus implicaciones pero también la capacidad de colaborar. El “buen vivir” es la llamada de muchos en América Latina para una “vida buena” no una vida que compite y consume. Los jóvenes reivindican el derecho a una “vida buena” y demandan el equilibrio necesario.
2. La declaración de los pueblos indígenas no es muy diferente a lo que ya aspiramos, pero es más fuerte y es un punto de mayor conectividad. Esto puntos están tomados de la declaración y ponen de relieve los sentimientos de la marginación y la necesidad de reconocimiento:
- cambio de un desarrollo impuesto a un ‘tiempo para elegir al vida’
- afirmar las culturas como la dimensión más fundamental del desarrollo sostenible
- apoyar la autodeterminación y el desarrollo sostenible como un complemento
- construcción de una economía fortalecida para las comunidades basadas en asegurar la tierra y en la gestión del territorio
- llamada al mundo para volver al diálogo y la armonía con la Madre Tierra
- revitalizar las prioridades culturales, las instituciones, el conocimiento, el comercio, y la solidaridad
- obtener la plena aplicación, allí donde hay compromisos, con los pueblos indígenas, mientras que rechazan el concepto neoliberal del desarrollo basado en la explotación de los recursos definidos exclusivamente por el mercado
- buscar la participación plena y efectiva de los pueblos indígenas en los debates de las Naciones Unidas que afectan directa, e indirectamente, a los pueblos indígenas[5].
3. Una de las conversaciones más interesantes fue la que sostuve con Seethapathy Chander del Banco Asiático de Desarrollo, cuando explicó que un 96% de los fondos de reducción de riesgos (2,5 millones de dólares) se gastan en mitigación y el 4% restante en adaptación[6]. La incapacidad de la ciencia de conectar las acciones de la personas al el impacto escalado de los acontecimientos es una de las razones principales por las que la adaptación no atrae fondos. Esto requiere mucha más comprensión e investigación, quizás una seminarios para presentar el estado de la cuestión permitieran iniciar el diálogo.
4. Los encuentros en América Latina han sido intensos, extraordinaria gente con la que seguir en contacto y con los que buscar una mayor colaboración, algunas de estas conexiones subsistirán.
Ahora es el momento de trabajar juntos en nuestros compromisos concretos, locales, es también tiempo para hacer un poco de silencio en nuestra vida, un tiempo para agradecer que estamos vivos y que la vida es buena. Necesitamos experimentar el silencio, como una garantía de nuestro contexto humano, cuando queremos promover el bien. Podemos actuar y debemos adquirir una mayor conciencia de lo que supone el bienestar para todos.
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[1] Ashok Khosla, President of International Union for Conservation of Nature (IUCN).
[2]The Elders: Rio+20 is not the response we need to safeguard people and the planet, Rio de Janeiro, 21 de junio de 2012, Comunicado de Prensa.
[3] El future que queremos, Rio+20 United Nations Conference on Sustainable Development, Rio de Janeiro, Junio 2012.
[4] El future que queremos, ibid.
[5] Rio+20 Indigenous Peoples’ International Declaration on Sustainable Development and Self-Determination, 19 de junio de 2012, Rio de Janeiro. Los pueblos indígenas de todas las regiones del mundo se reunieron en el “Indigenous Peoples International Conference on Sustainable Development and Self-Determination” de 17th–19th de junio de 2012 en el Museu da República en Rio de Janeiro, Brasil.
[6]Helping Developing Asia Reduce Disaster Risk, Discurso pronunciado por el Xiaoyu Zhao, ADB Vice President en la Reunión de Alto Nivel sobre Reducción del Riesgo de Desastres en ayudar a países en desarrollo de Asia Reducir los Riesgos de Desastres, Washington DC, EE.UU, 15 de abril de 2011.