
Pedro Walpole, SJ
El derecho a la educación está reconocido en todo el mundo como esencial para cada comunidad y para las interrelaciones de una aldea global justa. Parte de esta educación requiere la comprensión científica de los problemas y preocupaciones que vivimos en nuestro entorno actual. Esto incluye el desafío de desarrollar libros de texto, seguido por el reto de conseguir llevar la ciencia de los libros a la comunidad para que se trate de una comprensión vivida que lleve a la acción. Esto es lo que buscamos a través de la educación transformadora.
Hay una necesidad de comprender no sólo la manera en que fluye la vida y la forma de construir las nuevas tecnologías, sino también, de cómo funciona la ciencia a través de las sociedades en el mundo para el bien de todas las personas y del planeta. Tenemos textos que nos enseñan los hechos y tenemos que involucrar a los hechos en su contexto ambiental y en toda la sociedad. Si vamos a comprometernos, tenemos que entender no sólo los valores sociales en juego, sino también las más hondas motivaciones humanas que nos permiten comprometernos. Sin la motivación necesaria, no vamos a cambiar nuestra forma de hacer las cosas, sino que nos quedaremos con lo que esperamos de la sociedad.
El quid de la enseñanza de la investigación científica de los hechos que provocan el cambio está conectado con la espiritualidad y la ética. Esto trae consigo diferentes reacciones incluyendo “¡lo que ha religión tiene que ver con la ciencia!” El desarrollo de la relación entre el álgebra y la geometría en matemáticas proviene de la compleja cultura del Islam en la Edad Media. No nos dejemos distraer por estas discusiones más amplias, pero aquí se centran en cómo la educación católica busca conectar lo que se aprende y cómo evaluamos su uso, ya que afecta a las personas y a la vida. El desarrollo de estos materiales de enseñanza son la base científica de una reflexión que conllevan la necesidad un “texto vivo.”
Michael Garanzini, SJ, secretario de educación superior de la Compañía de Jesús, a través de la Universidad Loyola de Chicago de la que es Presidente, está formando un equipo internacional de jesuitas para inspirar una forma profundamente humana de hacer ciencia que se viva más allá del aula e involucre a los estudiantes en los problemas medioambientales de nuestro tiempo. Esta comunicación científica con el contexto cultural y el medioambiente invita a la gente a participar a través de una creativa página web que se llama Healing Earth (Sanar la Tierra). El programa LIFT de la Universidad Loyola Chicago, como muchos otros sitios, trata de motivar a los estudiantes para la transformación social a través de su compromiso social.

La espiritualidad es clave en la formación del espíritu científico para trascender el yo en un compromiso que opta por la vida. Sin la espiritualidad, la ética puede convertirse en aire caliente que trate de moralizar sin ninguna justificación. La espiritualidad comienza con admiración y gratitud por la diversidad de la vida pero tiene una gran complejidad que trata de unir los sistemas naturales y la interacción cultural. Tiene un deseo de alimentar un sentido de cuidado y responsabilidad.
Tiene que haber un reconocimiento profundo de que se han hecho mal muchas cosas y que yo he contribuido a ello, antes de que el compromiso y la acción profunda emerja con un “sí.” Necesitamos entender nuestro entorno y el sufrimiento para ayudar a los jóvenes a comprender el estado del mundo y a desarrollar un sentido de compasión y esperanza. Este es el fuego que debe encenderse con el conocimiento y el compromiso y así puedan nacer respuestas a las preocupaciones por el mundo.
Tenemos que enseñar, por ejemplo, no sólo la química del H2O, sino también preguntar: ¿qué te sorprende del agua? ¿Cuáles son las formas de nuestro uso del agua? ¿Qué le ha pasado a nuestras aguas desde el libro de Rachel Carson? El gran número de muertes en el mundo es todavía debido a la falta de agua limpia. Las aguas urbanas e industrialmente contaminadas han aumentado y es evidente también que han afectado en la agricultura de todo el mundo. La agricultura industrial ha introducido fertilizantes, pesticidas, herbicidas, y los cultivos genéticamente modificados producen paisajes insostenibles ecológica y culturalmente. ¿Cómo me preocupo por estos acontecimientos? ¿Dónde se cometan errores y malas decisiones? ¿Dónde yo soy parte de ellos?
La industria, los gobiernos y gran parte del mundo se apartan de los evidentes problemas científicos sin ninguna justificación. Tal vez yo vivo en un pueblo sin opciones presionado por el desarrollo que viene de fuera donde me siento impotente o en una ciudad ahogada por la emoción de la economía racional, el consumismo, y la convicción de que el fuerte gana siempre. ¿Cómo puedo saber lo que hay que cambiar y cómo puedo ir más allá en mi propio deseo de cambiar las cosas con los demás?
Al pensar este proyecto, el Padre Garanzini dice que se inspiró con la charla de Jonathan Foley, Una verdad inconveniente sobre cómo la agricultura ha sufrido mayor impacto frente a cualquier otra actividad humana. Los fertilizantes han duplicado el fósforo y el nitrógeno en el medio ambiente, y del 50 por ciento del agua dulce del mundo se utiliza el 70 por ciento en la agricultura. La mayor parte de las emisiones de gases de efecto invernadero se producen por causas de la agricultura, más que los causados por el transporte. Hemos visto las selvas tropicales devastadas, los conflictos y las consecuencias no deseadas. Sin embargo, la agricultura es una práctica necesaria, ¿cómo vamos a alimentar a la creciente población de una proyección de 9 mil millones? ¿Cómo podemos hacer esto correctamente?

El P. Garanzini Padre dice: “Hay científicos que piensan que la agricultura es insostenible. Aluden a lo espiritual y a lo ético, pero no desarrolla la intuición.” Los científicos necesitan urgentemente ver estas situaciones complejas con los especialistas en ética y espiritualidad, de igual a igual. Tenemos que saber cómo la crisis ecológica de nuestro tiempo nos mueve, cómo nos hace sentir el miedo y la compasión, y nos motiva a actuar.
¿Cómo puedo aprender de las posibles respuestas en un mundo amenazado? Se requieren conocimientos científicos, pero también el compromiso de hacer algo diferente. Es posible que haya respuestas a una vida más simple o el estímulo para realizar cambios; ¿pero que me atrae de todo esto? ¿que me da esperanza? ¿cuáles son las dificultades y cómo puedo unirme a los demás? ¿Cómo pensar acerca de la producción y el consumo, de la salud humana y el hambre? ¿Dónde están los valores culturales que pueden apelar a la profundidad de los sentimientos humanos que no niegan los derechos de los demás y la necesidad de una ecología sostenible?
Estos son los desafíos a los que nos enfrentamos al escribir un texto vivo, y esperamos que en los próximos años, nuestro compromiso de cumplir con nuestro conocimiento científico y la carga moral asuman la responsabilidad de crear un mundo más sostenible.
Para más información, por favor póngase en contacto con Michael Schuck en MSCHUCK(at)luc.edu o Nancy Tuchman en NTUCHMA(at)luc.edu que son responsables de la ejecución de este proyecto.