La agricultura como parte de nuestra cartera espiritual: El Centro Ignatius de la Compañía en Guelph, Canada

La agricultura como parte de nuestra cartera espiritual: El Centro Ignatius de la Compañía en Guelph, Canada

Pasantes de la granja, comunidad comparte programas de agricultura. Foto de: Ignatiusguelph.ca

Marianne Karsh

El Centro Jesuita Ignatius, en Guelph, Ontario, Canadá, es un lugar de belleza y recreación, un lugar para rezar y jugar, un lugar donde la naturaleza alimenta la mente, el cuerpo y el alma.  Es un lugar común de varios proyectos e instalaciones interdependientes que en su conjunto sostienen la misión de la Compañía.  Desde 1964, Loyola House ha recibido a más de 60.000 personas de todas las religiones para profundizar en su relación con Dios a través de retiros y de cursos de formación en la espiritualidad ignaciana. Rodeado por una granja orgánica, bosques y humedales, el Centro ofrece innumerables oportunidades para “encontrar a Dios en todas las cosas.”

El Proyecto Ecológico, cuya misión consiste en la sensibilización y la comprensión de temas ecológicos desde una perspectiva cristiana, apoya el objetivo del Centro de integrar la ecología en todos sus retiros y programas de capacitación.

La Granja Ignatius es un centro certificado de agricultura ecológica de 240 hectáreas, en la cual los jesuitas han estado cultivando desde 1913.  Una parte de la finca se dedica a la producción de alimentos, mientras que el resto se compone de bosques, humedales, arroyos serpenteantes y una extensa red de senderos.  Nuestro Plan Apostólica está iluminado por las palabras de John English, SJ quien señaló que debemos dejar de considerar la finca como parte de nuestra cartera financiera para pasar a considerarla como parte de nuestra “cartera espiritual.”  Desde fuera de una conexión espiritual con la tierra hacia actividades que confluyen en la fe, la justicia y la espiritualidad.

Granja de Ignatius. Foto de: Ignatiusguelph.ca

En la última década el Centro ha puesto en marcha un programa que permite alquilar parcelas del jardín comunitario, por lo que es posible que la gente cultive sus propios alimentos orgánicos, y fomentar así una relación espiritual con los alimentos.  También arrienda tierras de cultivo y ofrece la ayuda de expertos para formar agricultores ecológicos.  A pesar de encontrar con más frecuencia en Canadá explotaciones familiares que son absorbidas por los grandes  agro-negocios, esto es realmente un movimiento contra-cultural, que demuestra que es posible romper con el modelo agrícola industrial de la producción a gran escala y en condiciones extremadamente precarias para los animales.

Un programa relacionado es la Granja Internado.  Cada año, hasta una docena de jóvenes viven y trabajan en la explotación durante todo el período de cultivo para aprender a convertirse en agricultores ecológicos.  Los internos ayudan también a preparar y comercializar los 75 diferentes tipos de vegetales producidos por la granja con las familias locales a través del Programa Comunitario de Agricultura Compartida.  Se hace mucho hincapié en la creación de lazos entre las personas que cultivan los alimentos y las personas que los consumen.  Cada familia participante de este programa tiene una relación real con los campesinos e internos de la granja.  Ellos los ven trabajando en los campos, preparando las verduras para almacenarlas, y trabajan junto a ellos en la sección de su propia producción.  El futuro de la agricultura sostenible es el desarrollo y el cultivo de esas relaciones.

Durante un siglo, gente de todas las clases sociales han sido alimentados por nuestra tierra.  En 1996, sin embargo, esta larga tradición se vio amenazada cuando Wal-Mart expresó su deseo de construir un nuevo centro comercial justo al lado de nuestra propiedad.  Fue espiritualmente enriquecedor y nos conmovió profundamente el hecho de que los amigos de los alrededores se pronunciara a nuestro favor, durante una década de lucha para prevenir este desarrollo, acerca de lo importante que era tener un refugio cerca de la ciudad donde se cuidaba especialmente la espiritualidad, se cultivaba buena comida, la comunidad se desarrollaba y se fomentaba el diálogo interreligioso.  Por nuestra parte estábamos decididos a mantener y compartir la difusión de estos valores, sin importar el coste.  De esta manera, aun cuando el nuevo supermercado Wal-Mart recibió sus primeros clientes el 1 de noviembre de 2006, el Centro Jesuita Ignatius anunció que reservaría 100 acres para ser protegidos a perpetuidad.  Un estudio demuestra que una reserva de este tamaño es el mínimo necesario para proporcionar un hábitat sostenible a las aves que viven en el interior del bosque, y para protegerlos de los impactos del cambio climático en el borde del bosque.  La gente puede adoptar un metro cuadrado de la selva con una donación de 20 dólares, que los jesuitas canadienses de habla inglesa se han comprometido a igualar.

Nosotros consideramos al Centro Jesuita Ignatius terreno sagrado.  Aquí, miles de personas se han encontrado con su Creador, han vivido momentos de de claridad, de transformación y de visión, y han sido renovados profundamente de una alegría inmensa.  Ignatius ayuda a fomentar las relaciones entre las personas, los animales, los alimentos y la tierra, proporcionando una experiencia de vitalidad y unidad, poco frecuentes, tanto al personal que trabaja allí como a los visitantes.  Aquí, las personas desarrollan habilidades cotidianas ya que estamos destinados a vivir – no sólo en la superficie, sino en toda la profundidad de la vida.

Ms Marianne Karsh,La autora, nacida en Ottawa, Canadá, es un científica de investigación forestal y trabaja como Coordinador de Educación Ecológica en el centro jeuita Ignatius en Guelph.  También es el fundador y director ejecutivo de Arborvitae y un científico con Environment Canada, especializado en la biodiversidad y el cambio climático.  Contacto: ecologyeducation(at)ignatiusguelph.ca.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *