
Markus Vogt
La respuesta a la globalización de las preguntas sociales y medioambientales no se puede hacer de manera adecuada desde perspectivas individuales, igualmente nos piden cuestionar los principios sobre los que se organiza la política y la economía. Lo que necesitamos es desarrollar líneas de actuación para resolver los conflictos sociales, y para diseñar estructuras sociales, pero a la luz de valores éticos amplios y generales.
Esto es lo que en la ética cristiana llamamos principios sociales. Los principios sociales serían la gramática ética para organizar la estructura de una sociedad. Desde un punto de vista teológico, estos principios surgen en ese nivel fundamental donde los mandatos bíblicos se traducen en categorías éticas que reflejan el dinamismo de las sociedades y economías modernas.
Cuando el principio de la persona (personalista) y el de solidaridad fueron asumidos por la Doctrina Social de la Iglesia, la Iglesia aceptó unos impulsos éticos externos (por ejemplo de Immanuel Kant y su idea de dignidad humana). Términos “seculares” se vincularon a la propia tradición de la Iglesia y recibieron una nueva interpretación ética y teológica. Para responder a nuevos fenómenos sociales nuevos conceptos éticos y reflexiones tienen que integrarse, de manera similar, en la enseñanza de la Iglesia. Se trata de que los principios sociales se puedan expandir a medida que aparecen nuevos retos a las sociedades. Esto es lo que propongo para el concepto de “desarrollo sostenible”. Debería incluirse como un cuarto principio de la ética social cristiana, junto con el de la persona, la subsidiariedad y la solidaridad.
“Sostenibilidad” combina y actualiza los tres principios tradicionales en el contexto de los retos ecológicos actuales:
- Sin la conexión con el principio de la persona (personalista), por ejemplo la absoluta dignidad humana y su posición central tanto ética como sistemática como sujeto de acción y responsabilidad, las exigentes demandas de la sostenibilidad podrían llevarnos a concepciones meramente naturalistas.
- Sin el principio de solidaridad, y sin las múltiples instituciones que persiguen esta solidaridad luchando contra la pobreza, el principio de sostenibilidad quedaría política y socialmente aislado, sin las necesarias bases para su implicación socio-política.
- Sin una conexión con el principio de subsidiariedad, el concepto de desarrollo sostenible no tendría una dimensión organizativa. Las necesidades ecológicas servirían para reclamar “más” gobierno, “más” regulación, “más” centralización en lugar de promover estructuras equilibradas de libertad y de adaptación a los contextos socio-culturales específicos y a los hábitats naturales.
“Sostenibilidad”, por lo tanto, es una síntesis del diagnóstico ético-scoial de un momento dado de la historia: según esto es un indicador de nuestro futuro, en casi todas las áreas políticas.
La “sostenibilidad” revela carencias en nuestra forma habitual de comprender la justicia. Pone juntos temas básicos y retos transversales. A menudo muestra conexiones sorprendentes y “similitud de modelos” en problemas de muy diversos contextos. Además, la “sostenibilidad” muestra el factor temporal así como la dimensión natural en todos los temas socio-políticos. Abre a nuevas estrategias, da espacio para el análisis y ofrece soluciones para la compleja interacción entre los fenómenos globales y locales.
Pero el discurso de la sostenibilidad sólo puede retener esa importante función si es re-examinado hasta sus límites. Concretamente en esto la teología puede contribuir mucho al concepto de sostenibilidad al ampliar la perspectiva de todas esas esperanzas e imaginaciones que van más allá de las capacidades sociales y tecnológicas de los humanos, esto es, abriéndonos hacia Dios y hacia una realidad que no podemos manejar o controlar, siquiera de salvar el planeta sólo nosotros. Una extensión de la perspectiva así se necesita urgentemente, dado el riesgo de que el discurso de la sostenibilidad se termine por aislar en sí mismo. La “sostenibilidad”, de hecho, requiere un acompañamiento crítico y para ello la teología puede contribuir de manera determinante.
Hay una relación complementaria entre la visión del desarrollo sostenible y la responsabilidad cristiana de la creación. Por un lado nuestra responsabilidad por la creación necesita seguir el sendero del desarrollo sostenible para ser socialmente efectivo. Por el otro, la tradición cristiana puede enriquecer el concepto de sostenibilidad y mejorar su aplicación. La fe ofrece energía decisiva para profundizar en la visión del desarrollo sostenible en sus dimensiones culturales y éticas.
Integrar “sostenibilidad” en el contexto de los principios sociales no tiene la intención de convertir el término en “cristiano”. Más bien lo conecta a lo cristiano y lo ilumina con nuevas dimensiones. En este sentido, “sostenibilidad” se convierte en un término que contextualiza el mensaje cristiano y explica su significado en la sociedad moderna. Ciertamente, el discurso de la sostenibilidad puede ser un puente de comunicación entre la Iglesia y la sociedad moderna.

El autor es profesor de Moral Social Cristiana en la Facultad de Teología de Ludwig-Maximilians-Universidad de Munich (Alemania) y consejero de la Conferencia Episcopal Alemana en temas de sostenibilidad. Colaboró en la redacción del documento de los obispos alemanes sobre “Climate change: A Focal Point of Global, Intergenerational and Ecological Justice” (pdf).
Para leer más: Markus Vogt, Sustainability and Climate Justice from a theological perspective (pdf).