Lo que sucedió durante la tormenta del año 2017

Lo que sucedió durante la tormenta del año 2017

Las tormentas y tifones en las Filipinas durante 2017 arrasaron sin interrupción hasta el 11 de diciembre cuando la tormenta tropical Urduja (Kai-tak ) golpeó el país, seguido por el tifón Vinta (Tembin) y la tormenta tropical Agaton (Bolaven) durante los primeros días de 2018.

Estas tormentas llegaron lentas y pesadas con lluvias, hacia el oeste (no girando inmediatamente hacia el norte) y con una tendencia más al sur, como se espera a finales de la temporada.

Foto de Department of Social Welfare and Development, Philippines.
Foto de: Department of Social Welfare and Development, Philippines.

Vinta golpeó más duramente en Mindanao en las provincias de Lanao del Norte y Zamboanga del Norte provocando deslizamientos de tierra e inundaciones, y dejando más de 260 muertos y desplazamientos en seis provincias en Mindanao y otras dos en Luzón.

La tercera provincia más afectada de Mindanao fue Lanao del Sur, donde la catástrofe existente de una guerra acaba de terminar en la ciudad de Marawi y que fue sometida a 136 días de la guerra más sangrienta de Filipinas desde la Segunda Guerra Mundial.  Incluso antes de que las lluvias de Vinta llegaran a Marawi, ya había 200.000 personas tratando de reasentarse en una ciudad reducida a escombros.

Se registraron 34 tormentas en el Pacífico con 22 tormentas tropicales que entraron en Filipinas, seis de las cuales se convirtieron en tifones que azotaron el país.

En la actualidad, la información del Consejo Nacional de Reducción y Gestión del Riesgo de Desastres es limitada en relación al alcance y el impacto de los daños a vidas, infraestructura, medios de vida, agricultura, entre otros.  Regularmente se publicaron boletines meteorológicos a medida que pasaban las tormentas y los tifones, pero no había información disponible para una evaluación posterior al desastre, un servicio que se había realizado anteriormente e información útil para aquellos que querían ayudar.

Asimismo, el Centro de Información y Monitoreo de Operaciones de Respuesta a Desastres del Departamento de Bienestar Social y Desarrollo (DSWD) no tiene nada en su sitio web con respecto a las acciones o necesidades de socorro.  Solo se publicó en la página de Facebook un resumen infográfico que sirvió como una actualización de respuesta a desastres para Vinta y Agaton.

La Universidad Xavier-Ateneo de Cagayán, en Cagayán de Oro respondió a través del monitoreo regular del peligro por parte del Centro de Recursos de Ingeniería y que emitió alertas de alerta; una estrecha coordinación con la Ciudad de Bienestar Social y Desarrollo y la Cruz Roja Filipina para responder a los desplazados internos; y el suministro de agua para las necesidades de duchas y la limpieza de viviendas inundadas en la ciudad de Cagayán de Oro.

Más allá de Filipinas, la situación de tormenta es más grande con China, Japón y Vietnam, también gravemente afectados este año.  Un calendario sencillo de eventos permite una perspectiva más clara de la temporada y también una apreciación de la gama de eventos, desde depresiones tropicales hasta tifones y súper tifones.  Este año, la temporada de tifones no comenzó realmente para la región del Pacífico Noroccidental hasta julio; a menudo comienza en mayo.

Foto de: La estacionalidad y la diversidad de los eventos de tormenta / tifón en el Pacífico en 2017. Wikipedia (https://en.wikipedia.org/wiki/2017_Pacific_typhoon_season#Other_systems)
Foto de: La estacionalidad y la diversidad de los eventos de tormenta / tifón en el Pacífico en 2017. (Wikipedia)

Las depresiones y las tormentas dominan más que los tifones, y estos eventos traen mucha más lluvia y la posibilidad de inundaciones y deslizamientos de tierra extensos.  Los tifones con fuertes vientos pueden también crear oleadas e inundaciones en la costa y traer efectos desastrosos en infraestructuras, cultivos y, por supuesto, en las viviendas pobres.  Las evacuaciones son una norma cada vez mayores en cualquier área que pueda verse afectada y el impacto es mayor en las comunidades más vulnerables con viviendas precarias.

Repasando el año, la depresión tropical Crising golpeó gravemente Cebú, en el centro de Filipinas, donde 10 personas murieron en abril.  Nanmadol, una fuerte tormenta tropical en julio azotó Kyushu el sur de Japón y con lluvias prolongadas provocó 40 víctimas.  Otra tormenta tropical severa, Talas, azotó el centro de Vietnam a mediados de julio, causando 14 muertos.

Todas estas tormentas tuvieron pérdidas económicas, pero los mayores daños fueron causados por el tifón Hato, en agosto, que afectó a China con un costo de casi 7.000 millones de dólares y con más de 50 muertos.  Otra tormenta tropical azotó Vietnam en octubre que dejó 100 víctimas mortales por las inundaciones.  El tifón Lan en octubre fue uno de los mayores tifones registrados y el tercer ciclón tropical más intenso del mundo en 2017, y aunque este año no es un récord mundial, el tifón Lan es un indicador de un evento extremo.

Aunque estos eventos por definición tienen vientos bajos, es el ritmo lento y las lluvias intensas lo que hacen que las depresiones y tormentas sean tan devastadoras para las áreas propensas a inundaciones y deslizamientos de tierra en las tierras altas.  El tifón Damrey a principios de noviembre causó 142 muertos en Vietnam.

La pérdida total de vidas humanas causada por las tormentas del Pacífico este último año es de 865 y los daños totales ascienden a 14.300 millones de dólares.  Las lecciones aprendidas apenas son nuevas, pero cada vez más personas las están aprendiendo. Uno quisiera pensar que se están dando mejores respuestas, que esperamos que las investigaciones lo demuestren.

Pero todavía no es suficiente.

¿Qué debemos hacer?

La preparación y los preparativos son, una vez más, las respuestas más críticas y eficaces para las comunidades y los gobiernos locales situados en zonas con inundaciones y deslizamientos de tierra.

Es necesario desarrollar y fortalecer una colaboración más amplia, más allá de las instituciones y organizaciones conocidas, y crear al mismo tiempo equipos que puedan participar sobre el terreno.  Los centros de comunicación y las formas de participación de las personas facilitan los medios sociales y las redes en línea, pero requieren la integración con los gobiernos locales responsables y las agencias gubernamentales nacionales.

Las relaciones entre la sociedad y el clima necesitan una mayor concienciación para que haya plena participación en el reconocimiento social de los problemas climáticos a medida que empeoran y las comunidades necesitan reubicarse en el área de los medios de subsistencia.

¿Cómo resistir?

El tifón Yolanda (Haiyan) martilló la costa este de Filipinas en 2013 y la recuperación es más bien como devolver las cosas a su estado anterior al desastre.  Algunas comunidades son capaces de reconstruirse mejor y las personas entienden la marejada de tormentas ahora, pero una resiliencia positiva y activa es limitada.  Urduja pasó por el este de Visayas afectando a Tacloban, una de las comunidades afectadas por Yolanda.  Es evidente que los centros de evacuación son un punto focal de rendición de cuentas, ya que muchas viviendas están en grave riesgo.

A pesar de que existe la posibilidad de construir casas para algunos, es necesario concentrarse en los centros de evacuación.  Dada la lentitud de la respuesta, y si las cosas se mantienen estables, llevará 20 años construir viviendas para estas comunidades que viven en zonas de alto riesgo.

La oportunidad de ganarse la vida y el compromiso colectivo de la comunidad con la gestión de los arroyos, la protección forestal, el control de incendios, entre otros, son los cimientos para una buena vivienda y la reducción necesaria de vulnerabilidad.

No es útil dar una respuesta empresarial como plantar árboles de caucho y palma en terrenos inclinados (para los beneficios económicos potenciales de subsistencia) y esperar que esta vegetación actúe como un bosque en la cuenca alta.

La respuesta tiene que integrarse con las realidades sociales, económicas y geomorfológicas de la zona, la vegetación apropiada y el clima extremo que tendremos que seguir calibrando.

Con el empeoramiento del cambio climático, los problemas están más allá del alcance de las operaciones actuales y todos estamos seriamente desafiados.  La colaboración a nivel nacional, regional y mundial en los próximos años para establecer los mejores mecanismos es crucial si necesitamos responder de una manera más afectiva.

El principal problema está lejos de ser abordado.  Todavía no existe una anticipación y comunicación proactiva del problema, como se puede observar en las respuestas de los gobiernos a la preparación y evaluación del impacto de tormentas y tifones.

A nivel mundial, hay nueve países que completaron sus programas de preparación para priorizar el Fondo Verde del Clima y presentaron sus planes.  Se trata de El Salvador, Colombia, Benin, Ghana, Filipinas, Ghana, Kenya, Uzbekistán, Nepal, y del Pacífico, Filipinas y Fiji.

En Filipinas, finalmente se obtiene un sistema de radar Doppler mediante polarización dual que puede determinar la densidad de la tormenta, el volumen de lluvia que soporta, y esta información se comunica con avisos de lluvias intensas y continuas.  Pero todavía carecen desafortunadamente de la traducción y la comunicación de las lecturas y la interpretación de los peligros en el terreno en términos de la cuenca hidrográfica.

Con las recientes inundaciones en Zamboanga del Norte, es una “sorpresa” que todavía se permita la tala extensiva en las Filipinas y la magnánima respuesta de plantar árboles de caucho y palmas aceiteras parece compensar cualquier daño que se pueda hacer.

El absurdo de esta dinámica es sólo uno de los múltiples puntos ciegos en el manejo de los recursos naturales en Filipinas, y probablemente también en muchos otros países vecinos.

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