Los deslizamientos de tierra y los OMG: Un doble golpe para los agricultores de las tierras altas

Los deslizamientos de tierra y los OMG: Un doble golpe para los agricultores de las tierras altas

Deslizamientos de tierra en estas colinas llenas de maíz en Kanayan, Silae después dos tifones consecutivos, de diciembre de 2012. Foto de: P Walpole

Mariel Q De Jesus

Durante los últimos cuatro años, estudiantes de todas partes de Asia participan en un curso sobre el desarrollo humano y los recursos naturales de la Universidad para la Paz Programa asiático de becas Constructores de Paz. Dentro del curso se establece el compromiso de realizar una semana de trabajo de campo con una comunidad indígena en Sitio Bendum en Bukidnon, situado al norte de la isla de Mindanao, en Filipinas.

Este año, una de las actividades programadas ha sido una serie de visitas a las comunidades aledañas dedicadas a la agricultura que practican los Pulangiyen, la comunidad indígena que vive en Bendum. Sus experiencias ilustran la vulnerabilidad a la que se enfrentan estas comunidades que dependen de la agricultura: mayores riesgos a los desastres debido a la rápida degradación del entorno y la inseguridad alimentaria.

A lo largo del camino que lleva a Sitio Bendum, los alumnos de la Universidad para la Paz hicieron una serie de paradas, lo que permitió que tuvieran una interpretación detallada del paisaje. Dio la oportunidad a los estudiantes de ver los cambios en el curso del río, que debido a las inundaciones y la sedimentación se ha convertido cada vez más en un curso más amplio y sinuoso, llevándose por delante consigo hectáreas de tierras de cultivo. Las paradas también permitieron observar el alcance de los deslizamientos de tierra en la zona, hasta cien fueron observados en un momento dado en una sola parada. Los deslizamientos de tierra en dos aldeas vecinas, Barangay Silae y Barangay Mapulo, no suponen el deslave de una cantidad enorme de tierra desde lo alto de la montaña hasta la base. Más bien, los deslizamientos de tierra son de pequeña entidad, no más de 50 metros, con una profundidad de unos pocos metros; el resultado del exudado de agua se produce en lo que serían manantiales un manantial si se tratara de un bosque o en aquellos sitios donde el agua sale a la superficie debido a un lecho formado por la roca madre. La mayor inestabilidad, y por tanto vulnerabilidad, es debida a la combinación de lluvias y agricultura más intensas.

Los migrantes consideraron Silae como un viejo bastión indígena durante el último siglo, un buen lugar para establecerse, por poseer un suelo muy fértil, muy adecuado para la agricultura. De hecho, mucha gente vino a Silae para invertir dinero en la agricultura. Los miembros de la comunidad que se reunieron con los estudiantes comentaron que antaño solían sentirse muy seguros en Silae y que se consideraban afortunados al estar alejados de los fuertes impactos de los tifones. Había una creencia errónea muy común que consideraba a Mindanao como una isla “libre de tifones.” Este punto de vista erróneo ha dado lugar a una falta de conocimiento y preparación entre muchas comunidades de la isla, que han sido sorprendidas por inusuales intensas lluvias acaecidas en los últimos dos años.

Los tifones Pablo (Bopha) y Quinta (Wukong), que afectaron a Mindanao el pasado diciembre 2012, destrozaron las granjas y los cultivos la mayoría de los miembros varias comunidades. Además de los deslizamientos de tierra, las comunidades de la zona también corren el riesgo de corrientes torrenciales. Algunos miembros deciden establecerse cerca de los cursos de agua en ciertas comunidades, principalmente para estar próximos a una fuente de agua para la gestión de los residuos. En Silae, el riesgo es bajo en la actualidad, ya que las viviendas están lo suficientemente alejadas de las zonas más susceptibles de deslizamientos de tierra, pero dada la imprevisibilidad de los fenómenos meteorológicos, es necesario prestar atención a los riesgos potenciales.

Aparte de los riesgos debido a los peligros naturales, estas comunidades deben lidiar con la inseguridad alimentaria. El sistema por el cual opera la industria del maíz – fundamentalmente suministrando al mercado con maíz como alimento para el ganado – conlleva una mayor inseguridad alimentaria en las comunidades que dependen de la agricultura. La principal fuente de sustento para muchos residentes de Silae es la agricultura, tanto el cultivo en las tierras altas como el cultivo de arroz en las zonas más llanas. Debido a los daños causados por los tifones a sus fincas, algunos paisanos mencionaron que ya no eran capaces de mantener actividades agrícolas debido a la falta de financiación. Algunos ya están en deuda con las entidades financieras que proporcionan semillas e insumos agrícolas a los agricultores, mientras que otros han recurrido a trabajar como mano de obra en granjas ajenas.

Hoy en día hay pocos agricultores que siguen plantando el maíz nativo (amarillo o blanco) para el consumo de los hogares, ya que estas variedades no son tan productivas como la variedad híbrida que se ha generalizado en las últimas dos décadas. Muchos de los agricultores optan por plantar ‘maíz híbrido’ que ahora es realmente lo que es el maíz Bt (un organismo modificado genéticamente o OMG – es decir, transgénico), con la expectativa de un aumento de los beneficios. Esta intrusión de este OMG en el contexto del pequeño agricultor de las tierras altas, está agravando la ya inestable situación de la producción de maíz, que por lo general se cultiva en granjas corporativas en la meseta, lo que provoca cambios críticos en el manejo de las tierras y lo que se cultiva en ellas.

Las condiciones para obtener las nuevas semillas “maravilla” incluyen no solo cultivar en la mayor extensión de tierra posible, sino también erradicar la vegetación marginal existente en los rodales de los campos y caminos, así como en cualquier hondonada. Esto les proporciona a los tratantes de semillas el mayor volumen de beneficios, pero se ha traducido en las tierras altas en el incumplimiento de los rendimientos proyectados que, presumiblemente, se estimaron basándose en los cultivos corporativos de las zonas llanas. Por lo tanto, el agricultor nunca alcanza la producción la proyección estimada, se retrasa en los pagos, y pierde la ‘propiedad’ de la tierra en beneficio del comerciante, que entonces suele poner restricciones aún más duras sobre el uso de la tierra, hasta el punto de incluso bloquear las necesidades alimentarias básicas de la familias, obligadas en muchos casos a tener que comprar los productos que antes producían.

El cambio de plantar una cierta variedad de cultivos a desarrollar monocultivos de arroz o maíz está creando una crisis alimentaria para los agricultores locales. Utilizando la mayor parte de las tierras de cultivo para abastecer al mercado de maíz o arroz, por ejemplo, hace que asegurar la alimentación diaria sea una presión real para muchas familias pobres, que tienen además que garantizar otras necesidades que requieren desembolsos de dinero en efectivo, tales como la educación básica para los niños y la respuesta a los problemas de salud que surjan de la familia.

La visita permitió a los estudiantes de la Universidad para la Paz ver los contextos en los que bastantes de ellos van a trabajar en el futuro. Para muchos, es tentador pensar que los proyectos de desarrollo serán la “solución rápida” o proporcionarán las soluciones “definitivas” que respondan a las necesidades de las comunidades. Sin embargo este no ha sido el caso. Algunas personas están viviendo a expensas de que el gobierne o los proyectos les subsidie, acostumbrándose a no hacer nada por sí mismos, siendo en muchos casos respuestas ineficaces y que crean dependencia.

Como conclusión, se puede decir que el impacto de los fenómenos meteorológicos extremos se convierte en doblemente devastador para el medio ambiente y la vida de las personas cuando se combinan con las reglas que regulan un mercado que explota a los campesinos. Simplemente implementando proyectos no se proporcionará y mantendrá una mayor seguridad alimentaria y desarrollo humano; es preciso capacitar a las comunidades para hacer planes básicos, con un conocimiento del mercado en el que se tienen que manejar, y tener un juicio claro en saber qué hacer cuando los precios caigan cuando hay un exceso de oferta. Las políticas también deben ser promulgadas para no exponer a la gente a altos riesgos en aras del bien común que genera el no aumentar la insostenibilidad social y ambiental. Propiciar la capacidad de las comunidades para desarrollar las adaptaciones necesarias y aplicar la sabiduría local que garanticen su seguridad alimentaria, asentamientos seguros y otras necesidades sociales para el desarrollo humano, es una parte fundamental para mantener la productividad local y la vida en comunidad.

Share

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *