Mariel de Jesus and Pedro Walpole, SJ
Mientras Filipinas espera una nueva reforma de la minería de la administración de Aquino, es importante revisar algunas de las cuestiones y preocupaciones en torno a la minería en este país. Sólo podemos esperar que la nueva orden ejecutiva tenga en consideración estas cuestiones y busque formas productivas que lleven hacia adelante la minería.
En una presentación hecha en el coloquio sobre minería del Apostolado Social de la Compañía de Jesús (SJSA), celebrado recientemente, Pedro Walpole, SJ recorría la lista de las principales preocupaciones de la minería, algunos de las cuales eran muy específicas en cuanto a la función y la posición de los jesuitas.
En los últimos 15 años, jesuitas a título individual así como instituciones de la compañía y sus aliados se han comprometido en el diálogo de la minería, oponiéndose en algunos casos a determinados tipos de minería así como de sus prácticas de trabajo.
Más recientemente, las universidades de la Compañía en Filipinas defendieron con bastante fuerza una moratoria de nuevos sitios de minería. Esto no debe ser interpretado simplemente como un no rotundo a la minería. Si bien puede parecer una posición provisional en el que las universidades han elegido un camino que les da más tiempo para su estudio y análisis, en realidad es una posición que expresa la necesidad de un mayor discernimiento sobre lo que están dispuestos a arriesgar con respecto a la minería. Como jesuitas consideramos que necesitamos el empleo y el desarrollo que promueve la industria minera. Este es sin duda un punto de vista válido, pero que sigue siendo objeto de debate.
Siendo este el caso, a los jesuitas en su conjunto se les pide que, en todo el mundo, compromiso y responsabilidad con el medio ambiente (CG 35). Todos somos parte del problema, y debemos ser parte de la solución. En primer lugar, si los jesuitas están involucrados en las empresas mineras, hay una necesidad de mayor transparencia en términos de inversiones y relaciones. Los jesuitas no pueden invertir a ciegas y deben buscar estrategias de inversión que no comprometan los valores o el bien común. El Comité Nacional de los jesuitas sobre la responsabilidad de Inversiones en los Estados Unidos está promoviendo activamente el cambio social en la práctica empresarial a través de su participación como accionistas. Incluso las donaciones recibidas por los jesuitas deben ser tratadas con transparencia. Sería contradictorio denunciar que ciertas operaciones mineras son poco éticas e irresponsables y al mismo tiempo tener interés o estar recibiendo donaciones de la industria.
El debate continúa en cuanto a los roles en el desarrollo de la minería. La industria minera se ha vuelto más agresiva en términos de hacer hincapié en su contribución al desarrollo. Sin embargo, sigue habiendo dudas en cuanto al tipo de desarrollo minero que se está promoviendo en el país. Sigue siendo necesario abordar las principales preocupaciones, y no sólo por la industria minera. El gobierno también tiene un papel que desempeñar, especialmente en términos de clarificar las disposiciones contradictorias en los niveles de gobiernos nacionales y locales.
Ha habido casos claros de abusos de derechos humanos perpetrados por la industria minera. En otras situaciones en los que no ha habido flagrantes violaciones de derechos humanos, todavía hay una profunda preocupación por las divisiones que la minería causa dentro de las culturas. Esta situación no sólo puede ser aceptada como una condición de la globalización, ni debe ser aceptada como la única manera de desarrollo. Debemos buscar un camino a seguir en el que se respeten los derechos de la gente – incluyendo su derecho a elegir un camino de desarrollo diferente.
Los costos y beneficios de la minería también necesitan de un estudio más cuidadoso. Las preguntas principales son sobre si los beneficios de la minería son suficientes y se distribuyen de manera justa; y si los costos sociales y ambientales compensan y se tienen plenamente en cuenta. Además, la industria minera pasa por alto gran parte del potencial de riesgo y no da cuenta de sus fracasos.
Filipinas cuenta con un legado de 21 minas con problemas no resueltos, que sólo sirve para alimentar las sospechas persistentes entre los grupos comunitarios y la sociedad civil. Sin embargo, los casos no son del todo malos. Philex Mining Corporation puso claramente de manifiesto que es posible operar una mina con un sentido de responsabilidad social y desarrollo integral. La mina Padcal Philex en Benguet (una provincia en el norte de Luzón, Filipinas) se identifica como una de esas minas. Dicho esto, cuando el Banco Mundial estaba buscando casos de buenas prácticas en la minería, los únicos lugares que cumplían sus criterios estaban en Perú, Canadá y Australia. Estos se encontraban en las zonas áridas o templadas con baja densidad de población. Al tratar de localizar un sitio en el trópico húmedo altamente poblada, no se encontró adecuada ninguna mina.
A la espera de aclaraciones sobre la política minera, la atención debe ser puesta en las condiciones operativas de la minería. La realización de una Evaluación de Impacto Ambiental (EIA) no debe ser un ejercicio llevado a cabo por el mero hecho de su cumplimiento. De hecho, el proceso de EIA debe ser ampliado y aplicado correctamente a fin de facilitar la toma de decisiones en las aplicaciones de minería. Las áreas protegidas deben estar identificadas – zonas edificadas, ecosistemas de islas pequeñas, áreas con los recursos críticos, así como la agricultura y las zonas sensibles al agua. Estas áreas deberían estar delimitadas y cerradas a la actividad minera.
Cuando los pueblos indígenas están presentes, su consentimiento libre, previo e informado (CLPI) debe ser asegurado antes de seguir adelante con cualquier actividad minera. El proceso de esta índole no está bien implementado, y se necesita mucho más para asegurar que los pueblos indígenas no se vean comprometidos o manipulados.
Dada la historia del diálogo y el debate de la minería, es evidente que los problemas no se resolverán de la noche, ni van a ser resueltos en esta administración. La nueva política minera no será una panacea para los males de la minería en Filipinas; y en lugar de responder todas las preguntas, es más probable que nuevas preguntas serán planteadas. Sin embargo, es necesario para entrar en esta nueva fase del diálogo minero, reconocer que este es un proceso que tomará tiempo, estudio, y sobre todo, colaboración y asociación. En lugar de centrarse en la minería como un punto de conflicto, debemos permanecer comprometidos con el desarrollo humano auténtico y buscar maneras de responder a los problemas con la integridad.
Los jesuitas deben mantener su compromiso con estas preocupaciones. Como ya hemos visto, habrá una diversidad de respuestas, y por eso, la profundización de nuestra comprensión de las bases éticas del desarrollo humano será un principio rector importante para la participación de los jesuitas en este diálogo.
Mariel de Jesus es investigadora asociada en la organización de los jesuitas en Filipinas, Environmental Science for Social Change. Mariel es asistente de Pedro Walpole, SJ en el desarrollo de la Agenda de Ecológia.