
El sol brilla con fuerza en Año Nuevo en Filipinas, pero lo hace junto a rachas de lluvia destructivas. Más de 60.000 personas se están recuperando de los daños del Tifón Sendong (conocido internacionalmente como Washi).Mientras nosotros nos estamos recuperando de la toma de conciencia de no haber actuado suficientemente para reducir el riesgo. En el fondo se trata de afrontar la pregunta de qué deberíamos hacer en 2012 por nuestros vecinos y por el medioambiente.
Hay muchos aspectos legales y de procedimiento que deberán adaptarse, pero antes debemos reconocer la responsabilidad moral de prepararnos para las catástrofes reduciendo los riesgos de nuestra vida.
El gran reto que subyace en esta situación es nuestra capacidad cultural. Disponemos de los elementos científicos, conocemos las características concretas geográficas, tenemos los organismos públicos necesarios, pero como ha sucedido esta serie de catástrofes, es evidente que no tenemos la capacidad técnica y la coordinación general adecuada en los distintos niveles del país.
Si consideramos Asia en la próxima década, todos los países afrontarán los mismos problemas. En primer lugar tendremos fenómenos climáticos extremos, no vamos a cuestionar el cambio climático que está, literalmente, licuando nuestros territorios mediante los corrimientos de tierras y las inundaciones, poniendo a millones de personas en difíciles situaciones. Tenemos también el impacto de las sequias que no provocan la muerte inmediata de millones de personas, lo que atraería la atención de los medios de comunicación, pero que afectará a esos millones de personas que perderán las cosechas y el acceso al agua potable.
En un reciente manifiesto publicado en diarios de gran difusión en Filipinas, inmediatamente después de la catástrofe que sacudió Mindanao el mes pasado, informábamos de la necesidad de responder de manera estratégica proponiendo un conjunto de propuestas, tanto para el Gobierno como para la sociedad, con la intención de lograr una respuesta colectiva. Para muchos las demandas formuladas no serán nuevas, e incluso pueden parecer repetitivas, pero seguimos perdiendo vidas innecesariamente y sufriendo el impacto de enormes desastres porque no se toman estas medidas de una vez.
El trabajo por el bien común es ámbito de nuestra vida social y democrática pero es cierto también que nuestras sociedades no son suficientemente flexibles para implementar los cambios que necesitan. Estas demandas estratégicas para reducir el riesgo incluyen:
Preparación para las emergencias. Implementar un sistema de alerta para cada tifón en cada zona de riesgo potencial, una estrategia de evacuación –diurna o nocturna- que de manera detallada describa los puntos de localización, vías y mecanismos para llegar a zonas seguras de evacuación y centros de refugio temporales.
Reubicación y gestión del territorio. Una revisión crítica del modo como se ha implementado la gestión del territorio y la definición de accesos seguros que ayude a los gobiernos locales y municipales a la identificación de tierras seguras para los asentamientos y que permita revisar los procedimientos para la adquisición de esos terrenos; un plan prioritarios de reasentamiento para cada ciudad y barangay (municipio en Filipinas) que establezca que establezca objetivos que no deben ser simplemente actividades de mitigación, como sería el desarrollo y la reconstrucción de infraestructuras que no soportaría un próximo desastre, y una reubicación sostenible de la población afectada que considere la accesibilidad de forma que la habitabilidad sea sostenible y los riesgos minimizados.
Planificación y desarrollo de la gestión del territorio e hídrica. Se necesita un proceso de planificación de las infraestructuras que sea transparente y abierto con amplia participación de las personas clave, especialmente en zonas costeras, o en aquellas con pronunciada pendiente o proclives a las inundaciones.
Gestión de los terrenos inundables. Es necesario desarrollar un plan especial de gestión de los terrenos inundables que regule el establecimiento de zonas naturales inundadas y que controle de manera estricta la alteración de estas zonas inundables, los cauces y las barreras naturales que protegen las zonas inundables; las actuaciones que provocan el aumento de los daños por inundación; y la construcción de barreras que de manera no natural alteran las zonas inundables y aumentan el riesgo en otras áreas.
En una actividad relacionada con estas situacones, el decano Antonio La Viña de la Escuela de Gobierno del Ateneo, y natural de Cagayan de Oro City, una de las ciudades más importantes afectada por el tifón Sendong, compartía 10 tareas que debemos emprender si queremos responder de manera efectiva a futuros “Sendongs” o Washis. “Él compartió sus reflexiones durante una reunión de los superiores y los directores de obra de la Provincia de Filipinas de la Compañía de Jesús que se celebró del 3 a 5 de enero de 2012. Estas tareas son las siguientes:
1. Cómo hacer llegar las ayudas
2. Reasentar
3. Ayudar a la clase media
4. Transparencia
5. La comunicación del conocimiento
6. Análisis del riesgo de desastres, reducción y preparación (corto plazo)
7. Adaptación al cambio climático (largo plazo)
8. El uso de la tierra es la clave
9. Cumplimiento de la legislación medioambiental: el desarrollo de la minería y del urbanismo es clave
10. Hacer frente a largo plazo al cambio climático
La Provincia de Filipinas de la Compañía de Jesús también identificó la coordinación de la labor ambiental realizada por sus instituciones como una de las tres iniciativas, para los dos próximos años, que permitirán implementar los objetivos de la Provincia en torno a la reconciliación con la creación.
Un reciente esfuerzo de colaboración entre el centro de Ciencias Ambientales para el Cambio Social (ESSC), una organización de investigación de los jesuitas en Filipinas, y la Oficina de Minas y Geociencias del gobierno (MGB), se llevó a cabo durante este mes para subir todo el conjunto de mapas de riesgos de origen geológico del país en el sitio web del ESSC para dar un acceso más amplio al público. Esto se verá acompañado por recomendaciones de la zona, realizados por el MGB, que guiarán la planificación y las actuaciones de los gobiernos locales especialmente en zonas vulnerables a deslizamientos de tierra e inundaciones.
La Conferencia de Obispos y Empresarios para el Desarrollo Humano está explorando un nuevo diálogo nacional sobre el desarrollo humano y el papel de la minería en la sociedad filipina. La minería es un problema polémico en el país, con sectores polarizados a favor o en contra. El desarrollo de la minería es un sector económico importante, pero tanto las operaciones no reguladas como la mala gestión en el pasado siguen estando en su mayor parte sin resolver, tanto en lo social como en sus impactos medioambientales. La minería a pequeña escala en áreas de fiebre del oro no tiene los requisitos de seguridad necesarios y se está cobrando un enorme peaje en la destrucción de vidas humanas por corrimientos y derrumbes. El Ateneo de la Universidad de Davao ha organizado una conferencia internacional sobre la minería este mismo mes.
Necesitamos una sociedad que valora la vida y que cambie su sistema de relaciones y responsabilidades para hacer frente a necesidades básicas. El aprendizaje transformador tiene que convertirse en una nueva alfabetización de adultos que se mueve a la acción más allá de bayanihan (espíritu comunitario en Filipinas), expandiendo estos valores asiáticos y filipinos y expandiendo una actitud pro-activa que cambia nuestra relación con el territorio buscando el bien para todos. Esto requiere una seria planificación para un futuro sostenible que integre el conocimiento sobre la capacidad destructiva de las catástrofes y las realidades locales.