
Gabriel Lamug-Nañawa, SJ
Camboya es generalmente conocida por las antiguas piedras de sus templos, entre los cuales Angkor Wat Aas es el más famoso y también el más conocido por razón del genocidio perpetrado allí por Khmer Rouge en el período 1975-1979 que costó la vida a casi dos millones de personas. Camboya fue también conocida por las numerosas víctimas que las “minas terrestres” y las “bombas racimos” causaron. Pero, afortunadamente, el número de víctimas después de la guerra ha ido disminuyendo a lo largo de los años: las 1.249 víctimas en el año 1998 descendieron a 186 en 2012.
Un hecho menos conocido es el que atribuye a los camboyanos ser los mayores consumidores de peces de agua dulce en el mundo. La consumición de peces de agua dulce de cada camboyano en el espacio de un año es estimada por diferentes estudios, entre 19 y 71 kg. Pero dejando aparte los datos de la investigación, siempre que se compara la consumición de peces de agua dulce entre las cuencas del Bajo Mekong (LMB), indefectiblemente vienen en cabeza Tailandia, Laos, Camboya y Vietnam.
La razón de este fenómeno está en el Río Mekong. Nacido en el sureste de Tíbet, el Río Mekong fluye durante unos 4.200 kms hasta llegar al Mekong Delta después de bañar China, Myanmar, Tailandia, Laos, Camboya, y finalmente, alcanzar el Mar del Sur de China en Vietnam.
Una característica del Río Mekong es el cambio que sufre durante su ciclo anual. El nivel del agua durante la estación de lluvias puede llegar a una altura de 10 metros sobre el nivel que alcanza en la estación seca. En Camboya, ésta diferencia de caudal causa inundaciones de vastas áreas, fértiles hábitat para los peces y, al mismo tiempo deja sedimentos y elementos nutritivos para el crecimiento del arroz. Estas variaciones de las estaciones es un fenómeno natural que permite al paisaje, y a las personas, renovar el élan vital: sobrevivir y florecer. Y porque el Río Mekong fluye a través de una gran variedad de regiones, la entera cuenca está estrechamente ligada a un ecosistema que los científicos empiezan a comprender ahora.
Este sistema que, arrastrado por el Río Mekong cubre la entera cuenca, produce cada año 3.9 millones de toneladas de peces y otros animales acuáticos (en 2008), haciendo de LMB (Tailandia, Laos, Camboya, Vietnam) el mayor caladero del mundo. Millones de personas dispersas por la región se benefician de esta inaudita abundancia. De hecho, el 80% de la proteína animal que consumen los habitantes de la región, proviene de los caladeros de aguas dulces. Por eso, tanto en Tailandia como en Laos, el Río Mekong es conocido como Mae Nam Khong, que literalmente significa “dones del agua madre.” En realidad, el Río Mekong ha sido conocido por generaciones como “la madre que saca regalos del agua.”
Hay, sin embargo diferentes factores que actualmente amenazan la productividad del Río y la vida de los 60 millones de personas que dependen de los caladeros para obtener los alimentos necesarios para sus vidas. Los mayores peligros vienen de la comercialización de la arena y de los recursos pesqueros, los cambios que sufren los hábitats de los peces, la deforestación de bosques acuáticos, la corrupción que proviene de residuos agrícolas y los efectos de cambios climáticos. Pero la amenaza más poderosa, que causa efectos inmediatos y de largo alcance, es la construcción de embalses en la corriente del Río Mekong y de su mayores afluentes. En particular, la construcción de un embalse en la corriente principal del Río Mekong, en el sur de Laos, (a menos de dos kms al norte del límite con Camboya), es un constante y actual elemento de preocupación para los camboyanos.
El trabajo de nuestros equipos formados por Jesuitas y colaboradores en Camboya -nativos y extranjeros, hombres y mujeres, con referencia religiosa o sin ella- tiene una larga historia. Comenzando en los campamentos de refugiados en los límites con Tailandia a comienzos de los años 1990 y hasta el momento presente, nuestro trabajo incluye una campaña para acabar con las minas terrestres y las bombas en racimos, presentar propuestas de paz y colaboración, ayudar a las comunidades católicas, ocuparnos de la educación, salud y programas de desarrollo rural, y formular programas para los pobres, con preferencia por los discapacitados. También hemos comenzado a preocuparnos por los problemas ambientales en Camboya, reconociendo que cuando no mantenemos relaciones correctas con Dios y con los que nos rodean, -(seres humanos o inhumanos)- los pobres son los primeros y los más seriamente afectados por esa situación. Los problemas relacionados con el Río Mekong suponen un gran desafío para nosotros porque “muchas comunidades pobres han sido desplazadas, y los pueblos indígenas han sido los más afectados”. (Congregación General 35, decreto 3). De este modo hemos comenzado a estudiar los problemas que presenta el Río Mekong, a diseminar información apropiada por las aldeas, y ayudar a las comunidades locales en sus esfuerzos para conservar el ancho ecosistema del río.
Uno de nuestros primeros esfuerzos ha sido construir un espacio dedicado a la arboricultura para plantar y cultivar árboles nativos de Camboya. Al cuidado de personas con discapacidades, cuando llega la estación de las lluvias nos unimos con la iglesia, las escuelas, y las comunidades de los bosques para plantar árboles. El cuidado que les prodigan durante el año, especialmente durante la estación seca cuando acaban de ser plantados, es esencial para su sobrevivencia. Ahora disponemos de una especie de árboles de la floresta para plantarlos alrededor del Lago Tonle Sap que ayudarán a mantener el eco sistema de las orillas, y crear un ambiente donde sea más fácil para los peces la sobrevivencia. Con la continua colaboración de oficiales gubernamentales, monjes budistas, comunidades indígenas y personas discapacitadas, estamos aprendiendo que plantar árboles es plantar el delicado árbol de la paz entre la gente de Camboya.
También acompañamos y ayudamos a las comunidades locales en sus actividades de fe cuando buscan ayuda y justicia. Por ejemplo en Camboya oriental donde se encuentra una presa en la confluencia de dos de los más caudalosos afluentes en LMB, los ríos Sesan y Srepok; los habitantes organizaron una ceremonia en honor de Neak Ta Krohom Ko (“espíritus de cuello rojo”). Junto con sus ofertas de incienso, una taza de arroz y una cabeza de puerco, traen sus preocupaciones acerca del río que, se cree, está bajo la protección de Neak Ta Krohom Ko. Durante la ceremonia, una mujer de edad media, vestida de rojo, cree que ha caído en trance y ha permitido que el espíritu se apodere de ella, y hable a la gente que la rodea. A través de ella, los aldeanos recitan en voz alta sus oraciones pidiendo por la buena salud del río y por la gente que habita en su vecindad. Sienten que el Gobierno y los ricos los están acorralando y destruyendo la tierra que ha sido suya por generaciones. Persuadidos de que no hay otro modo de solucionarlo, se han vuelto al único que no los ha abandonado y que, a lo largo del tiempo ha mantenido la exuberancia del río.
Otra cosa que los aldeanos están haciendo para proteger sus bosques, es una “triple ordenación.” Comenzando por el norte de Tailandia y extendiéndose a otros países budistas en nuestra región, en la “ordenación,” los árboles se revisten con materia del color tradicional (azafrán) para indicar su sacralidad y el valor de la comunidad que cuida de ellos. Esto los defienden de los leñadores y negociantes de maderas; y al mismo tiempo proclama a los constructores de presas que las comunidades se preocupan de los árboles y los cuidan con cariño. Nosotros hemos participado en tres “ordenaciones” con los aldeanos del río Sesan, y pensamos colaborar con otras pagodas para extender las ordenaciones de árboles.
Finalmente, nos estamos dando cuenta que hay una falta de información creíble basada en datos científicos, acerca de los problemas ambientales en Camboya. Aunque el Río Mekong sea un recurso extraordinario que afecta la vida de millones de personas en los cuatro países de LMB, existe sólo un limitado número de estudios acerca de los aspectos tan importantes como los ciclos de vida de los peces, las épocas de migración, los efectos de las principales corrientes y de los afluentes, las presas etc. Nos estamos orientando hacia la investigación del Río Mekong con la intención de llenar el vacío de conocimientos que ayudaría a los pobres si les hiciéramos asequibles la información que les falta, y también a los inversores que podrían hacer decisiones basadas en mejor información. Como la C.G. 35 dice, “Esta Congregación urge a todos los jesuitas y a los que comparten con ellos la misma misión -en particular las universidades y centros de investigación- a que promuevan estudios y experimentos que se centren en buscar las causas de la pobreza y en el modo de mejorar el ambiente” (CG 35, decreto 3).
Nuestras actividades acaban de nacer, pero nosotros crecemos continuamente en experiencia y amor. Hay aquí varias instituciones empeñadas en un denodado trabajo dirigido a la gente, tales como Ríos Internacionales, 3S Red Protectora de Ríos y el Foro en Camboya (Institución no-gobernativa), de las cuales estamos aprendiendo. Pero necesitamos más jesuitas y un número mayor de amigos de la región que quieran incorporarse al esfuerzo común y que “después de superar las dudas y la indiferencia, decidan aceptar la responsabilidad de nuestra común casa, la tierra.” (CG 35, decreto 3) En nuestro caso, esto también significa poner en juego nuestras mentes y nuestros corazones para solucionar las preocupaciones ambientales que acosan a los individuos. Especialmente a los millones de personas que llaman “madre” al Mekong.
Este artículo es parte del 2015 Anuario de la Compañía de Jesús centrada en la ecología, publicado por la Curia Generalicia de la Compañía de Jesús en septiembre de 2014. Ecojesuit recibió permiso para reportajes de esta publicación.
Una lectura, Ecojesuit anteriormente publicó un artículo sobre la gestión de la baja del Mekong en 2011 Mayo.