Preguntas sobre la desinversión en combustibles fósiles y el compromiso de los accionistas

Preguntas sobre la desinversión en combustibles fósiles y el compromiso de los accionistas

Georgetown University recently announced its divestment from coal companies and will encourage its external investment companies to stay away from coal companies.  Student activists with the Georgetown Fossil Free campaign say this is a “tiny step” as there are still major investments in oil and gas companies. Photo credit: GU Fossil Free
La Universidad de Georgetown ha anunciado recientemente su desinversión en compañías de carbón y alentará a sus empresas de inversión a mantenerse alejados de las empresas de carbón. Los estudiantes activistas con la campaña de Georgetown Libres de Fósiles dicen que esto es un “pequeño paso” ya que todavía hay grandes inversiones en compañías de petróleo y gas. Foto de: GU Fossil Free

John Sealey

Mis comentarios reflejan algunas consideraciones singularmente ignacianas, retos y oportunidades, con respecto a la desinversión y a las estrategias de participación ciudadana de los accionistas. Espero que pueda ofrecer perspectivas distintas a las que ofrecen los enfoques vociferantes y binarios en lo que se refiere a la inversión en combustibles fósiles.

Anteriormente, he compartido la necesidad de que una paciente confianza en la participación activa para la desinversión en combustibles fósiles y la reinversión en otras fuentes, y la respuesta de la Comisión Jesuita de inversión responsable (JCIR, por sus siglas en inglés).

Algunas de las preguntas sobre las estrategias de desinversión

¿Tiene la desinversión la capacidad de romper una relación que puede cambiar los corazones?

Sabemos que uno de los primeros ministerios de la Compañía es “reconciliar a los enfrentados” lo que supone dejar siempre abierta una puerta al diálogo. Algunos jesuitas y líderes laicos rechazan la palabra “desinversión,” que parece tener para ellos una connotación negativa, el término de una relación y con ella la posibilidad de redención.

Tal vez, si el tono es demasiado exagerado o riguroso, puede parecer exageradamente didáctica como sucede con la “excomunión.” El discernimiento ignaciano propone matices como que el buen Espíritu toca el alma con suavidad, ternura y dulzura, como una gota de agua que entra en una esponja. Mientras que el espíritu malo toca agudamente con ruido y agitación, como una gota de agua que golpea sobre una roca.

Por eso, si la relación de los accionistas con una corporación de combustibles fósiles se termina a través de la desinversión, tal vez haya restos o incluso nuevas relaciones que se pueden explorar en una sociedad civil, ya que todos nosotros vivimos bajo la huella del combustible fósil.

¿Podemos ayudar a formar, reunir y trabajar de modo cooperativo con los consumidores o con grupos de ciudadanos? ¿Podemos dejar abierta la puerta a que una empresa haga cambios significativos en sus negocios con combustibles fósiles? Estas son sólo algunas de las posibilidades para mantener el principio del diálogo y la reconciliación.

¿Corre la desinversión el riesgo de simplificar demasiado y ser descartada por considerarla poco realista?

Paul Younger, profesor de ingeniería de la energía en la Universidad de Glasgow, escribió un artículo en el semanario británico jesuita, The Tablet, titulado Carbono: el problema… y la solución. Él sostiene que las energías renovables todavía no tienen la capacidad de asumir las des-carbonización, el riesgo es que podemos “reemplazar algo que tenemos por lo que no tenemos todavía.” Para el profesor Younger, la desinversión en combustible fósil no es tan “simple” como fue el combate contra el apartheid o el tabaco pues la culpa no recae en las empresas, sino también en los sistemas económicos globales dominantes.

¿Puede una institución que desinvierte expresar públicamente su posición de manera que no sea simple ni estridente?

En su excelente artículo, Un modelo de Incidencia Ignaciana, el jesuita británico Frank Turner sugiere que la incidencia de la Compañía, ya sea política o jurídica, debe ser a la vez crítica y constructiva. Crítica implica que algo necesita ser cambiado, pero la incidencia es más que solo un comentario, dice Turner. Pero si desinvertimos, ¿cómo podemos conducir un proceso de transformación y no sólo repetir un eslogan o formular una condena de un movimiento de masas?

Algunas preguntas para favorecer la participación activa de los accionistas

¿Está la institución dispuesta a comprometerse a un largo y progresivo trabajo, basado en el compromiso de los accionistas, para que las empresas cambien hacia alternativas más limpias?

Debo señalar que nuestro anfitrión, la Universidad Loyola de Chicago (LUC), tiene un récord en incidencia como accionista. LUC fue tan lejos como para iniciar un diálogo entre accionistas con JP Morgan Chase en relación a la financiación de las minas de carbón a cielo abierto, lo que muestras que es posible el diálogo, pero es poco frecuente en el sector de la educación superior.

¿La institución tiene la capacidad para llevar a cabo la incidencia en nombre de los accionistas?

Delegar el voto es un punto de partida mínimo. Animaría a delegar el voto para promover las reducciones de carbono y la inversión en energía verde en otros sectores como los grandes almacenes, bancos, minoristas de alimentos y automotriz.

En las reglas para elegir nuevos ministerios, San Ignacio nos invita a considerar: “¿Qué es realmente posible? ¿Qué no están haciendo ya otros? ¿Qué enciende nuestras pasiones? ¿Qué es probable que tenga éxito? ¿Qué beneficiará a la mayoría de la gente?”

Con base a estas pistas, ¿puede la institución ir más allá de las delegaciones de voto para unirse o dirigir diálogos, presionar el cambio en las asambleas anuales, proponer las resoluciones de los accionistas, o comprometerse para unirse con otros en los grupos de inversión social?

Mirando hacia atrás en mi larga experiencia en temas de derechos humanos frente al sector del petróleo y el gas (concretamente Chevron y OXY), tengo dudas crecientes de que sólo el método de incidencia a través de los accionistas más comprometidos pueda alterar los modelos de negocio del núcleo principal de empresas extractivas de combustibles fósiles, especialmente teniendo en cuenta el marco de tiempo relativamente limitado (de 15 a 20 años) y tratando de permanecer en el marco de la Agencia Internacional de la Energía  cuando dice que “no más de un tercio de las reservas probadas de combustibles fósiles puede ser consumido antes de 2050 si queremos logar la meta de 2 grados centígrados.”

Si bien hay algunos movimientos hacia las energías renovables por parte de empresas de petróleo y gas, me pregunto si no es más bien un “escaparate,” sobre todo cuando este gasto se compara con los gastos en lobby para mantener el estado actual de las cosas, por no hablar de las inversiones en la exploración de nuevas reservas.

El 7 de enero de 2015, Reuters informó que las inversiones en nuevas exploraciones bajarán un 17% (571.000 millones de dólares) el próximo año debido a la caída de los precios del petróleo. La presión de los accionistas no se mencionó como una razón para frenar nuevas exploraciones.

De acuerdo con el artículo 14a-8 de la Ley de Valores de 1934 de la Comisión de Bolsas de Valores (SEC, en inglés), los accionistas pueden hacer determinadas acciones al Consejo de las empresas pero otras demandas no están autorizadas. Por ejemplo, los accionistas pueden solicitar informes sobre las amenazas en la valoración de activos referidos al “carbono potencialmente atrapado,” o sobre derrames de petróleo o informes de riesgo sobre países con gobiernos frágiles. Las peticiones pueden exigir que se revele acciones de lobby llevadas por la empresa, o el uso del agua por parte de la empresa, o actuaciones sobre derechos humanos o grupos indígenas. Este tipo de demandas sí pueden diseñar un marco para el diálogo.

Una resolución puede ser rechazada cuando se trata cuestiones relacionadas con las operaciones normales de la empresa. Por ejemplo, Monsanto podría descartar fácilmente una propuesta de accionistas que piden poner fin a la producción de organismos modificados genéticamente; sin embargo, los accionistas podrían solicitar un informe sobre los riesgos financieros de contaminación de este tipo de semillas como una manera de abordar esta cuestión.

En el área de cambio climático se han producido algunos éxitos, según Ceres, una organización sin ánimo de lucro que aboga por las inversiones socialmente responsables (ISR) y el liderazgo que promueve sostenibilidad en el mundo empresarial, el 71% de las empresas que no utilizan combustibles fósiles han dado pasos para reducir las emisiones de carbono, a menudo por la presión de los accionistas socialmente comprometidos.

Sin embargo, en el sector de los combustibles fósiles, hay poco que mostrar. En septiembre de 2013, un grupo de 70 inversores institucionales (sobre todo de EE.UU. y Europa) con un monto acumulado de 3 billones de dólares en activos pidieron a las 45 mayores empresas de combustibles fósiles que respondieran ante la potencial devaluación de su participación en el caso de que haya regulaciones más exigentes sobre el carbono o por la competitividad de las renovables. La mayor parte de las empresas del carbón y térmicas no respondieron, si lo hicieron muchas compañías petrolíferas y gasistas, en general, rechazaron la amenaza, sintiéndose seguras de que el estatus quo permanecerá.

El rechazo general por parte de las empresas del carbón, así como los pocos compromisos de IRS en este sector, es muy desconcertante especialmente cuando el departamento de Energía de los Estados Unidos clasifica el carbón como la fuente de energía más sucia, y el mayor contribuyente al calentamiento global, afirmando que las plantas de carbono son responsables de la gran mayoría de la contaminación producida por dióxido de carbono desde 1990.

¿Podemos emplear nuestra posición como inversores para promover una mayor transparencia por parte de las compañías de combustibles fósiles?

El análisis social de los jesuitas nos llama a buscar la verdad en cada situación y definir la “realidad nacional,” en palabras del mártir jesuita Ignacio Ellacuría. El sector de los combustibles fósiles no sólo produce combustible, también produce políticas públicas, absorbe parte de la escasa inversión pública, y en ocasiones, genera desinformación que confunde a la opinión pública, oscurece la verdad, y provocan fracturas políticas para dividir a los votantes.

El 14 de septiembre de 2012, el New York Times  informó que dos meses antes de la elección presidencial de 2012, el “gasto estimado en anuncios de televisión promoviendo el carbón y más perforaciones de petróleo y gas, o criticando las energías limpias habían superado 153 millones de dólares” y que “el Instituto Americano del Petróleo, respaldado por el mayores compañías de petróleo y gas de la nación,” fue el gran inversor en energía.

El conocido memorándum interno de 1969 de un ejecutivo de tabacalera Brown y Williamson decía: “La duda es nuestro producto, ya que es la mejor manera de competir con las “verdades” que existen en la mente del público en general. Es también el medio para provocar una controversia.”

¿No están jugando con las mismas dinámicas cuando se trata de la desinformación sobre el cambio climático?

En su conocido discurso, “Hombres y mujeres para los demás” (1973) el Superior General de los jesuitas el P. Pedro Arrupe concluyó con algunos consejos prácticos de cómo se podría llegar a ser tal persona: “Para ser justo, no es suficiente con abstenerse de la injusticia. Hay que ir más allá y negarse a participar en su juego… ¿Cómo llegamos a este principio de justicia?… En primer lugar, vivir de forma más simple. En segundo lugar, tener una firme determinación para no aceptar ningún beneficio que provenga de fuentes claramente injustas…”

Dado lo que sabemos en cuanto a reservas probadas de carbón y el horizonte temporal, ¿es demasiado fuerte decir que estamos pasando de la ingenuidad (un optimismo infundado sobre las estrategias actuales) a una participación intencional por el consentimiento al aceptar el beneficio generado por fuerzas destructivas?

Acabar con una relación a veces se justifica. La fundición de cobre de La Oroya, en Perú, propiedad de un fondo de inversión privado de EE.UU., trajo algunos puestos de trabajo locales, y también creó uno de los 10 lugares más contaminados del planeta, y fue cerrada temporalmente por una campaña liderada por la Iglesia. En la víspera de su reapertura en 2012, el arzobispo jesuita Monseñor Pedro Barreto (Huancayo) dijo: “La mayor amenaza para nuestra vida es seguir aceptando la contaminación de la atmósfera, el plomo en la sangre de nuestros hijos y saber que el futuro no será mejor después de toda esta contaminación.” Dos días más tarde, él y su equipo recibieron amenazas de muerte.

Reflexiones finales

La misión de la Comisión Jesuita de inversión responsable no es prescribir una estrategia sobre otra, y nuestro mandato actual es sólo promover la participación activa como accionistas además del documento de discernimiento, que todavía está redactándose.

Dadas las relaciones institucionales concretas, las competencias y culturas, las instituciones jesuitas y otros inversores religiosos, establecerán diferentes estrategias para abordar el complejo problema.

Según miramos a las distintas instituciones implicadas, dejemos que el principio ignaciano de apreciar la proposición del prójimo sea también nuestro criterio. Trabajando con distintos grupos y Consejos, vamos a distinguir diferentes métodos – inversiones socialmente responsables para unos, invertir en otros sectores para otros, y ojalá, un compromiso para explorar inversiones en energías renovables por parte de todos. Sin embargo, nuestro testimonio será más fuerte si trabajamos juntos que aparecer divididos.

Hablando con nuestros seis delegaciones universitarias del Medio Oeste, a quienes conozco mejor y gracias por la oportunidad de estar aquí, cada institución tiene sus puntos fuertes y capacidades que les permiten avanzar: Universidad de Detroit Mercy (compromiso de la comunidad), la Universidad de Creighton (educación para la incidencia), Universidad Xavier (sostenibilidad), la Universidad John Carroll (partenariados y trabajo en red), la Universidad Loyola (el creativo Proyecto Internacional de Ecología de los jesuitas), y la Universidad de Marquette (mantenimiento de la paz y la justicia restaurativa).

Sabemos por experiencia que el contacto con el sufrimiento de los inocentes puede ser un potente catalizador para la solidaridad y la conversión personal (de El servicio de la fe y la promoción de la justicia en la educación superior jesuita estadounidense [La Conferencia de Santa Clara] por el P. Hans-Peter Kolvenbach).

Conozcamos las experiencias de sufrimiento inocente a través del cambio climático en nuestro discernimiento – las víctimas actuales y futuras de la sequía, el aumento del nivel del mar, el hambre, los refugiados ambientales, los tifones y otros fenómenos meteorológicos extremos. Recordamos aquellas comunidades del Delta del Níger y la cuenca del Amazonas, a las zonas de carbón de los Apalaches y los barrios del centro urbano cuya salud y los indicadores sociales han empeorado por la producción de combustibles de carbono y la combustión.

En solidaridad por lo menos con ellos y con todos, termino con el que puede parecer un argumento débil, pero tal vez sea el más fuerte. incluso si nuestras posibilidades reales de éxito son mínimas, e incluso si hay que asumir un coste marginal, ¿no son estos pequeños precios a pagar para defender urgentemente el regalo de Dios de la creación?

Dale a Dios el beneficio de creer
que su mano está guiando,
y aceptar la ansiedad de sentirte
en suspenso e incompleto.

Gracias por imaginar lo que este nuevo espíritu está formando poco a poco dentro de ti, lo que será dentro de nosotros.

John Sealey es miembro del Comisión Jesuita de inversión responsable que asesora a los Provinciales de Norteameríca sobre inversiones socialmente responsables. John presentó algunas reflexiones sobre el discernimiento ignaciano y las desinversiones en combustibles fósiles durante la Segunda Conferencia Anual sobre el Cambio Climático en la Universidad Loyola de Chicago del 19 al 21 de marzo de 2015. Se le puede contactar en jsealey(at)jesuits.org.

Un comentario en «Preguntas sobre la desinversión en combustibles fósiles y el compromiso de los accionistas»

  1. Excelente artículo. Muy buenos argumentos y comprension de la temática de fondo.

    Soy ingeniera uruguaya y trabajo en temas de residuos y energía. Gracias, me llevo varias frases y conceptos a aplicar en mi profesion y vida personal

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *