
Andreas Carlgren
Los humanos, desde siempre, ¿hemos cambiado el planeta? Parece una pregunta sencilla pero la respuesta tiene importantes implicaciones, especialmente si tenemos en cuenta nuestro contexto actual. Y si es así, ¿qué significa? ¿cómo se podría describir? ¿y qué podemos hacer?
Cuestiones como éstas se debatieron recientemente en un seminario en Estocolmo, Suecia, organizado por la Real Academia Sueca de Ciencias y el Instituto de Estocolmo para el Medio Ambiente en cooperación con el Programa Internacional sobre la Geosfera y la Biosfera (IGBP) en el que se exploró el valor del concepto de Antropoceno dentro de las ciencias naturales y sociales en un momento en el que la Tierra entra en un “estado no comparable” con ningún tiempo anterior.
La Dra Sibyl Seitzinger, Directora Ejecutivo del IGBP y miembro de la Academia Americana de las Artes y las Ciencias, tuvo la conferencia de apertura sobre los desarrollos científicos del sistema Tierra que han conducido al concepto de Antropoceno. Junto a ella estuvieron un grupo de diferentes expertos e investigadores que incluía, entre otros: el Dr Johan Rockström del Centro de Resiliencia de Estocolmo y el Dr Richard JT Klein, del Instituto Ambiental de Estocolmo. El Dr Klein es también miembro del Grupo Internacional de Expertos sobre el Cambio Climático.
El término Antropoceno – de antropo, “hombre” y ceno “nuevo” – quiere describir una nueva era geológica en la que la humanidad misma constituye la fuerza impulsora del cambio más grande en la Tierra. El Antropoceno se ha convertido en un concepto clave del medio ambiente integrando diferentes disciplinas científicas y hallazgos. El químico atmosférico y premio Nobel Paul Crutzen fue el primero en formular el concepto Antropoceno en un seminario científico en el 2000.
La palabra fue acuñada al parecer por casualidad. En su conferencia, Paul Crutzen estaba describiendo cómo la humanidad durante los últimos 10.000 años – la era geológica conocida como Holoceno – disfrutó de condiciones de vida casi perfecta y ahora se ha convertido en una fuerza impulsora de los cambios ambientales globales, constituyendo posiblemente la mayor fuerza geológica del planeta. Y concluyó que “Ya no estamos en el Holoceno – somos…” y aquí se detuvo, obviamente en busca de la palabra adecuada, y luego continuó: “… estamos en el Antropoceno.”
La palabra ha ido ganando aceptación entre los círculos científicos, apareciendo en la portada de tres revistas científicas, así como en la portada de The Economist, en mayo de 2011.
La Unión Internacional de Ciencias Geológicas, la organización profesional a cargo de definir la escala de tiempo de la Tierra, convocó a un grupo de académicos para decidir en 2016 si se declara oficialmente que el Holoceno ha terminado y que el Antropoceno ha comenzado.
El Holoceno fue el estado planetario perfecto para la evolución humana. Fue posible la extraordinaria historia de los seres humanos desde unos pocos millones de cazadores y recolectores a siete mil millones de personas que pueblan el globo entero durante esta época interglaciar extraordinariamente estable y cálida.

Casi tan pronto como entramos en el Holoceno, hace unos 10.000 a 12.000 años, grupos de seres humanos inventaron la agricultura de forma independiente más o menos al mismo tiempo en diferentes partes del mundo. Fue en este momento de la historia cuando surgieron las primeras culturas humanas avanzadas: la cultura Mesopotámica a lo largo del Tigris y el Éufrates, la civilización Maya, la antigua gran potencia Egipcia en el Nilo, las culturas Neolíticas del Longshan en el valle del Río Amarillo en China, y el Imperio Inca en América del Sur.
En el seminario en Estocolmo, se recordó que los ecosistemas de que disponemos hoy en día, que forman la base de nuestro desarrollo económico y social, todos se establecieron durante el Holoceno. Las condiciones de este periodo permitieron el agua dulce que disponemos, las temperaturas que disfrutamos, los bosques que mantenemos, los sistemas marinos y la biodiversidad de al que nos beneficiamos, así como los arrecifes de coral, praderas, peces, mamíferos, bacterias y la calidad del aire.
Como resumió Johan Rockström: “El Holoceno fue el Jardín del Edén para el planeta Tierra.”
El Holoceno es el único entorno global del que estamos seguros que es un “espacio de funcionamiento seguro” en el que nuestra especie puede desarrollarse y prosperar.
El planeta Tierra es una creación maravillosa, sorprendente y asombroso, un sistema vivo con su propia capacidad de regular y reaccionar ante diferentes cambios. Cuando el planeta se está calentando, los océanos sirven de freno, absorbiendo gases de efecto invernadero y calor. Las capas de hielo hacen lo mismo al fundirse, absorbiendo energía en el proceso. La biosfera se apropia de carbono a través de un aumento del crecimiento de la biomasa. Esta la mejor resiliencia de la Tierra.
El hecho sorprendente es que la mitad de las emisiones de CO2 son absorbidas por la biosfera, cerca del 25 por ciento por los ecosistemas terrestres de la Tierra, y aproximadamente otro 25 por ciento por los océanos.
Y el hecho notable es que los sumideros de carbono en el mundo – el enfriamiento del planeta en respuesta a las perturbaciones inducidas por el hombre del balance energético de la Tierra – casi se ha duplicado en los últimos 50 años, en forma de CO2 a nivel mundial aumentó de alrededor de 4 a 9 unidades. La naturaleza está recogiendo una proporción aún mayor de nuestras emisiones de 2 unidades en 1960 a alrededor de 4 hoy.
¿Qué debemos hacer?
Siendo nuestro mejor amigo, el planeta está haciendo todo lo posible para permanecer en el equilibrio estable del Holoceno. Y debemos apoyarle.
Esto significa utilizar nuestra capacidad como seres humanos en el Antropoceno. Ahora estamos en el asiento del conductor. Podemos conducirnos a un buen Antropoceno – una era donde utilicemos nuestra creciente capacidad educativa, científica y tecnológica para mantenerse en condiciones semejantes al Holoceno. Esto significa que deberíamos comenzar a conducir en esa dirección. En todos los aspectos de la vida, la sociedad y la economía, tenemos que cooperar y co-actuar con la naturaleza. Por ejemplo, la tecnología necesita aprender de la propia naturaleza y la economía necesita integrarse en la forma circular de la naturaleza.
La creación es “buena” como Dios vio ya en el primer capítulo del Génesis. Nosotros, los humanos, deberíamos confiar en ello.
Andreas Carlgren fue Ministro de Medio Ambiente de Suecia, 2006-2011. Ahora trabaja en el Instituto Newman, la primera Universidad Jesuita en Suecia, desarrollando un programa educativo en ciencias sociales, con atención especial al medio ambiente y la justicia.
Para más información sobre Antropoceno, pueden visitar Welcome to the Anthropocene, el sitio educativo y la película, que es un viaje de tres minutos a través de los últimos 250 años de nuestra historia desde el comienzo de la Revolución Industrial a la Cumbre de Río+20 sobre Desarrollo Sostenible, junio de 2012, trazando el crecimiento de la humanidad en una fuerza global con una escala equivalente a los principales procesos geológicos.