
A la luz de la Encíclica Laudato si’ del Papa Francisco, y reflexionando sobre la contribución de la Iglesia Católica en África, se llevó a cabo un taller de consulta sobre la creación de una red eclesial para la protección de la cuenca del Congo (REBAC) durante el 8 y 9 octubre de 2015, en la sede de la Cáritas Congo en Kinshasa, República Democrática del Congo. La intención de este taller fue la de reflexionar sobre la contribución de la Iglesia Católica en África.
El taller es una iniciativa de iniciativa de la Comisión de Justicia, Paz y Desarrollo, y de Cáritas África, ambas estructuras pertenecientes al Simposio de las Conferencias Episcopales de África y Madagascar (SECAM), y del Apostolado Social Jesuita en África (JESAM), en colaboración con Cáritas Congo Brazzaville.
Unos 35 delegados asistieron al taller de parte de las Comisiones de Justicia y Paz de Congo – Brazzaville, Camerún y República Democrática del Congo, de las Cáritas nacionales de los mismos tres países, de la Comisión Episcopal sobre Recursos Naturales de la RDC, del Centro de Estudios para la Acción Social y del Instituto Superior Agro-Veterinario, Kimwenza/Kinshasa.
La recomendación de establecer una red eclesial en torno a los bosques de la cuenca del Congo se presentó en marzo de 2015 durante el Congreso de las comisiones de justicia y paz de la SECAM en Dobra, Windhoek, en Namibia. Una de las tres resoluciones y recomendaciones es la a “creación de la Red Eclesial de la Cuenca del Congo (REBAC) en la gestión sostenible del bosque. Siguiente el ejemplo de la Red Eclesial Pan-Amazónica (REPAM), las comisiones de justicia y paz se han comprometido a crear una Red Eclesial africana, reagrupando, en particular, los países vecinos de la selva ecuatorial, para una gestión transparente y responsable de este legado común que es para toda la humanidad.”

Para no perder el impulso de la COP 21 en París, Francia, en diciembre de 2015, el Apostolado Social de la Compañía de Jesús a través de su Red de Centros Sociales Jesuitas en África y el apoyo de sus socios, Entreculturas y Alboan, coincidió con la SECAM en la organización de una reunión regional que se puede mover hacia adelante la recomendación de crear la red eclesial de la cuenca del Congo.
El obispo Donatien Bafuidinsoni, en nombre de la Conferencia Episcopal Nacional del Congo, señaló su rechazo por el hecho de que el debate sobre el cambio climático ha estado, durante mucho tiempo, confiscado a espacios de expertos y con frecuencia ha sido abordado de una manera que puede ser muy científica, pero a veces carente de conciencia y responsabilidad. Recomendó a los participantes desarrollar una visión común y definiciones prácticas para articular acciones futuras con el fin de aumentar el conocimiento y comprensión del cambio climático, que se comprometan a luchar contra éste, proteger la biodiversidad, promover un modelo de desarrollo sostenible y a entrar en diálogo con otras redes internacionales.
El Padre Rigobert Minani, SJ, coordinador del Apostolado Social, explicó el compromiso histórico de la Iglesia en la protección del medio ambiente y por qué el intercambio de experiencias con las iglesias de la cuenca del Amazonas son críticas.
Los participantes coincidieron en el planeta tierra es un gran riesgo si no se hace ahora. Frente a este peligro para el mundo, que hicieron caso al estímulo de Francisco a la sociedad civil a utilizar “legítimos mecanismos de presión, para que cada gobierno cumpla con su propio e indelegable deber de preservar el ambiente y los recursos naturales de su país, sin venderse a intereses espurios locales o internacionales.” (Laudato si’ n.38)
Mediante el establecimiento de la REBAC, los participantes están asumiendo la responsabilidad y el cumplimiento de la función de la Iglesia en la búsqueda de soluciones en África, los participantes se comprometieron a actuar dentro de la Iglesia de una manera concertada y coordinada para proteger el bosque en la cuenca del Congo. También se comprometieron a difundir la encíclica del Papa Francisco Laudato si’ sobre el cuidado de la casa común en nuestras diferentes estructuras de la iglesia (regionales, diocesanas, parroquiales, comunidades de base), en cada uno de nuestros diferentes países; y por último, a trabajar con las comunidades locales, las organizaciones de la sociedad civil, los gobiernos, los parlamentarios, aliados, en apoyo de las acciones para la protección del planeta.