
Pedro Walpole, SJ and Sylvia Miclat
La extracción de minerales, ya sean metales o no metales, incluidos el carbón y otros combustibles fósiles, está en continuo debate ambiental y social a nivel de políticas, y está siendo una píldora amarga del desarrollo que algunos países están obligándose a tragar como una respuesta a la reducción de la pobreza.
En este marco global se están viendo los precios de los metales en su nivel más alto desde hace décadas, pero también dentro de un contexto ambiental que es más tenue y frágil desde hace 20 años, en este contexto el comercio y las actividades extractivas parece que tuvieron un fácil acomodo en Río+20 hace dos semanas. Desde una perspectiva internacional, desarrollista, no se han definido límites a la minería, así lo parece al haberse reiterado los 27 principios de la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo o la Agenda 21 acordados en la Cumbre de la Tierra en 1992.
La Agenda 21 definió el enfoque global del desarrollo sostenible al entrar en el siglo XXI. La protección del medio ambiente y el principio de precaución, las evaluaciones de impacto, las sostenibilidad de las actividades que responda equitativamente a las necesidades de las generaciones presentes y futuras, la toma de decisiones participativa, la legislación ambiental y la erradicación de la pobreza fueron algunos de los principios que guiaron la definición que debía hacer cada país para la implementación del desarrollo sostenible.
Si bien no hay referencia explícita a la extracción de recursos naturales, el Principio 2 establece que:
“Los Estados tienen, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y los principios del derecho internacional, el derecho soberano de explotar sus propios recursos según sus propias políticas ambientales y de desarrollo, y la responsabilidad de asegurar que las actividades bajo su jurisdicción o control no causen daños al medio ambiente o a otros Estados o a zonas situadas más allá de los límites de la jurisdicción nacional.”
Por lo tanto, ni Río 1992 ni Río 2012 han puesto límites a la minería mientras que la especulación continúa y las crecientes inversiones en el sector están produciendo algunas de las prácticas menos éticas, con ejecutivos de las empresas mineras más importantes entre los más grave y vergonzosamente sobre-pagados, uno de los muchos agravios puesto de manifiesto por el movimiento de los Ocupados (Occupy en inglés). Con más de 50% de los jóvenes desempleados en los Estados Unidos y Europa, los salarios y beneficios que reciben los directivos de alto rango de esas corporaciones, están alimentando el resentimiento y la ira.
Desde Qatar y China
Pero curiosamente, dos desarrollos empresariales recientes parecen estar poniendo algunos frenos a esta loca carrera por pagos más y más altos a inversores y ejecutivos.
La muy esperada mega-fusión deo 70 mil millones de dólares del gigante de las materias primas Glencore International y la minera Xstrata fracasó el pasado 27 de junio debido a dos razones principales.
Una de ellas es que los representantes de Inversiones de Qatar, el segundo mayor accionista de Xstrata, están insistiendo en pedir un 16 por ciento más de Glencore por cada acción de Xstrata. La oferta actual es de 2,8 acciones de Glencore por cada acción de Xstrata, y los qataríes quieren que se incremente a 3,25.
La segunda razón es la inaceptabilidad del paquete de varios millones de libras previsto para los altos ejecutivos de Xstrata en el momento de la fusión, en reconocimiento de pasados, presentes y futuros resultados. Los pagos, como se planteó en los términos originales de la fusión, asciende a un total de 240 millones de libras a 73 directivos de alto nivel de Xstrata, con Mick Davis, director general de Xstrata, asignándose a sí mismo 28,8 millones de libras durante tres años para permanecer en su puesto después de la fusión, sin que se vincule a resultados.
El presidente de Xstrata, el señor John Bond, es acusado por los inversores y los accionistas de Xstrata de que no está luchando por sus inversiones. En esta situación, Xstrata se ve obligada a rediseñar los bonos relacionados con la fusión y ofrecer nuevas condiciones. Estas podrían incluir pagos de bonificación que se pagarán íntegramente en acciones en lugar de dinero en efectivo y vincular los pagos para la alta dirección, incluyendo los del señor Davis, al nivel de ahorro de costes conseguido por la fusión.
La industria está entre la espada y la pared. Después de haber renunciado a la ética y en un mundo desarrollado donde el 50% de los jóvenes están desempleados, no podemos alabar a un hombre, por muy bueno que sea, con 29 millones de libras. Con todo respeto al señor Davis y sus capacidades, parece que estamos poniendo el límite en 29 millones de libras. Esto puede ser considerado un ligero éxito del movimiento Ocupa, que documentó que los ejecutivos de las compañías mineras se encuentran entre los que mayores beneficios.
Una novedad interesante es la segunda compra del London Metal Exchange (LME), mercado de 137 años de edad, por 1,39 mil millones de libras (2.160 millones de dólares) el pasado 15 de junio por la Bolsas y Cámara de Compensación de Hong Kong (HKEx). LME es una de las pocos bolsas de valores privadas que quedan en el mundo y uno de los últimos grandes mercados financieros independientes de Gran Bretaña. Se espera que los accionistas mayoritarios de LME obtengan ganancias extraordinarias: JP Morgan, Goldman Sachs, y Metdist, la correduría de metales . El acuerdo reunirá el LME, que opera el 80 por ciento de las opciones de metales del mundo, y los contratos de futuros de China, que consume el 42 por ciento de metales del mundo.
Mientras que las operaciones se mantendrán en Londres, no sabemos lo que esto significará, a parte de la entrada inmediata de Hong Kong en el comercio de productos básicos en medio de la creciente demanda china de metales. Esta transición a manos chinas nos lleva a tiempos interesantes, ya que esta adquisición está ocurriendo mientras que China está acumulando minerales raros a nivel mundial y comprando grandes extensiones de tierras en África y otros países en desarrollo. Al parecer, el intermediario de la compra del LME obtuvo 10 millones de libras y creemos que esto debería ser limitado.
Desarrollar un sentido de la responsabilidad y la ética
Río +20 no ha contribuido a traer más ética a la minería, sólo reafirmó el idealismo de la minería, sólo para mencionarlo y retirarlo del camino de las discusiones.
Pero hay un sentido creciente de la rendición de cuentas provenientes de los accionistas, como se ilustra en el intento de fusión de Xstrata y Glencore. Sin poder controlar sus márgenes de beneficios, encontraron los pagos a los ejecutivos algo excesivo.
Otra área de la rendición de cuentas que no se ha abordado es el desarrollo de la vigilancia de la minería, a nivel internacional y mundial. Esta vigilancia debe centrarse en el seguimiento de las normas y la prevención de violaciones de los derechos humanos.
Las normas internacionales, que se aplican a todos los países por igual deben ser respetados y controlados desde la propia industria. En países como Filipinas, a menudo no existe una base o capacidad técnica para prevenir la corrupción y complementar el salario de algunos implicados.
Asegurarse de que no se lleven a cabo abusos de derechos humanos incluye la promoción y la práctica de la ética en la gestión y en la cantidad de dinero que las personas reciben, la ética del daño o la rendición de cuentas por los daños causados, y la ética de los derechos humanos en cómo las personas son tratadas antes, durante, y después de las actividades mineras. Los asesinatos de los activistas ambientales que están sucediendo y conocidos a nivel internacional son inaceptables.
La minería en estos tiempos es muy rentable y, probablemente, hará más ricas a no pocas personas, y financiará a no pocos programas para reducción de la pobreza. Sin embargo, la minería se está practicando en ecosistemas que son muy frágiles, vulnerables y en situación de riesgo; allí donde las culturas que viven dentro de estas áreas ricas en minerales son igualmente vulnerables y se aferran a su integridad cultural y la equidad precisamente a través de sus tierras y recursos.
La minería impacta en todo esto. Por su propia naturaleza, la minería tiene el peor impacto social y crea división entre las y es fuente de marginación. Es el peor camino de iniciación a la industrialización y no ve el valor de algunas culturas que quieren resistirse a una cultura global. Los desastres que ha causado la minería en algunas partes del mundo ilustra estas amenazas que siguen sin resolverse.
¿Hay límites a la explotación minera emergente? En el mejor de los casos las empresas están empezando a aplicar algunos criterios éticos pero, ¿no podrían también la sociedad civil y los gobiernos comenzar a hacerlo?
Referencias: Agenda 21, The Independent, Financial Times, The Guardian, Wall Street Journal, The Telegraph, y el New York Times.
Pedro Walpole, SJ y Sylvia Miclat trabajan con la Ciencia Ambiental para el Cambio Social, una organización de investigación de jesuitas en Filipinas.