No sucede con frecuencia que una conferencia internacional del más alto nivel sobre el medio ambiente reciba comentarios positivos y una acogida amplia incluso por organizaciones ecologistas. Sin embargo, la Convención sobre la Diversidad Biológica, décima Conferencia de las Partes (COP 10), celebrada en Nagoya desde el 18 al 29 de Octubre, se la considera como un paso decisivo e incluso histórico hacia una protección efectiva de la biodiversidad.
Contrariamente a las negociaciones sobre el cambio climático tenidas anteriormente en Copenhague, las conversaciones en Nagoya alcanzaron un consenso entre los 193 estados incluso en cuestiones que han sido objeto de controversia desde hace décadas.
“El Protocolo de Nagoya”, uno de los acuerdos esenciales de la asamblea, reconoce en un tratado internacional por primera vez el derecho de un estado a disponer de sus propios recursos biológicos y a protegerlos contra los que actúen desde fuera.
Para combatir la biopiratería, las partes se pusieron de acuerdo en introducir un esquema “Acces and Benefit Sharing” (ABS) : Si un estado o una compañía que opera en el desarrollo de productos farmacéuticos quiere usar material genético encontrado en ecosistemas tales como los arrecifes de coral o selvas tropicales, debe pedir permiso primero y negociar un contrato con las autoridades locales oportunas.
Además de pagar las tasas e impuestos correspondientes, n contrato de este tipo puede garantizar a las naciones en donde se encuentran los recursos el participar en los beneficios que se esperan. Por lo tanto todo estado miembro de la Convención de la Biodiversidad (CBD) designará agentes nacionales que deben ser contactados en los casos en que los recursos naturales vayan a ser explorados por actores privados.
A cambio de este régimen de compensación, las naciones en desarrollo y emergentes se comprometieron a ampliar sus zonas de protección. Como resultado, las áreas protegidas de los ecosistemas de agua territorial y continental crecerán desde un 13 a un 15 % en el mundo entero, y el diez por ciento de la diversidad costera y marítima del mundo será puesta bajo protección nacional (en lugar del actual uno por ciento).
Los estados miembros de la CBD también estuvieron de acuerdo en medidas para reducir agentes contaminantes y restaurar al menos un 15 por ciento de los hábitats naturales degradados. Una regulación más estricta de las políticas pesqueras contribuirá a reducir la pesca que sea excesiva.
Se alcanzó también un éxito considerable en las negociaciones para un fondo de medidas de salvaguarda: Japón anunció dos mil millones de dólares y el establecimiento de un Fondo nacional para la Biodiversidad, mientras que Francia, la Unión Europea y Noruega movilizarán 110 millones de dólares para apoyar la ejecución de los proyectos de la CBD.
Un conjunto de factores diferentes jugaron a favor de que Nagoya fuese un éxito: tanto el nivel del evento como las expectativas fueron mucho más pequeñas que en el caso de Copenhague. Los negociadores de la EU, para evitar otro fracaso, recibieron un mandato más amplio. Los Estados Unidos- que con frecuencia frenan los compromisos en medio ambiente – nunca firmaron la CDB- y por lo tanto no estuvieron implicados en Nagoya, mientras que China e India han mostrado mucha mejor buena voluntad para comprometerse. Además, la gestión japonesa de la cumbre ha sido ampliamente reconocida como una fuerza intermediaria extraordinaria.
Pero las conversaciones sobre la biodiversidad no solamente nos enseñan lo que la buena voluntad, el compromiso y la apertura al dialogo pueden alcanzar. El principal logro de Nagoya fue ganar con holgura a las concepciones aisladas de la protección del medioambiente e integrar el problema de la biodiversidad dentro de un contexto mayor y más comprehensivo.
La cumbre mostró que la diversidad biológica no es sólo una cuestión de salvar las especies en peligro, sino una cuestión de prevenir los riesgos para ecosistemas enteros, economías y sociedades humanas. Por medio de este enfoque, la asamblea tuvo éxito en reconciliar incluso grupos opuestos tales como los ecologistas, los aseguradores e inversores. De este modo, Nagoya ofreció muchas lecciones para aprender en futuras negociaciones.