Un llamado a la protección del medio ambiente y un buen gobierno como respuesta posterior a un desastre

Un llamado a la protección del medio ambiente y un buen gobierno como respuesta posterior a un desastre

Ecojesuit presenta para nuestra editorial la homilía titulada “Bangon! (Levantarse!) de Cagayan de Oro ” por el arzobispo Antonio Ledesma, SJ de la Arquidiócesis de Cagayan de Oro en el norte de Mindanao, Filipinas.  Arzobispo Ledesma comparte su carta durante una misa el pasado 13 de Febrero de 2012, para la apertura del foro, dos días de duración, de Obispos y clero diocesano de Mindanao sobre “Tifón Sendong: Sus Desafíos para Mindanao.”  Tifón Sendong (Washi) provocó inundaciones repentinas generalizadas el pasado mes de Diciembre de 2011 y sus consecuencias mataron a cientos de personas.

En los últimos meses, desde el 16 y 17 de Diciembre, cuando el tifón Sendong causo una destrucción generalizada en toda nuestra ciudad de Cagayan de Oro, la arquidiócesis se dirige a tres grandes preocupaciones.

La primera de ellas es la  ayuda y los esfuerzos de rehabilitación que se están llevando a cabo para las familias evacuadas.  Hasta el momento cerca de 1.400 familias se han trasladado a los sitios de refugio transitorio.  Otras 1.800 familias siguen permaneciendo en dos edificios de escuelas públicas, varias canchas cubiertas en el barangay, y dos salas de la iglesia.  Organizaciones internacionales como la Oficina Internacional para Migraciones, Plan Internacional, Servicios de Ayuda Católica, etc tienen todos las intenciones orientadas a proporcionar tiendas de campaña, barracas o chozas de fabricación local para el alojamiento temporal de las familias.  Este tipo de vivienda está diseñado para durar de tres a seis meses o incluso durante más de un año.

Mientras tanto, el gobierno de la ciudad comenzó a desarrollar nueve hectáreas en Calaanan para unidades de vivienda permanente.  Del mismo modo la Universidad de Xavier está llevando a cabo planes de vivienda permanente en sus cinco hectáreas en Lumbia.  En total, estos dos sitios pueden albergar a unas 1.500 familias.  Pero todavía hay necesidad de más sitios para vivienda permanente para las 3.000-4.000 familias restantes cuyas viviendas fueron arrasadas.  Los grupos de la arquidiócesis y otros del sector privado están ayudando a las agencias gubernamentales para identificar posibles sitios que podrían ser donados o comprados para las unidades de vivienda.  Nuestro Centro de Acción Social también tiene previsto desarrollar un espacio de dos o tres hectáreas para vivienda permanente.

Muchas organizaciones de la sociedad civil, incluyendo iglesias, escuelas y organizaciones no gubernamentales, continúan coordinando con el Departamento de Bienestar Social y la oficina de Desarrollo Regional, a fin de atender las necesidades de las familias afectadas.  Muchas de estas familias están empezando a reparar o reconstruir sus casas en las zonas que no están declarados como zonas de no-retorno.  Varios grupos están realizando visitas periódicas a las familias afectadas para darles consejería post-trauma y proporcionarles vigilancia médica.  Los párrocos y los trabajadores del ministerio de la arquidiócesis también han programado servicios religiosos regulares y programas de catequesis para los católicos, junto con actividades para otras denominaciones.

Una segunda preocupación importante de la arquidiócesis es la llamada a todos los sectores para que desde ahora se empiece a proteger las cuencas hidrográficas de los ríos que drenan a través de la ciudad para evitar una degradación mayor.  Se trata, en particular, del rio Cagayan de Oro cuya cuenca hidrográfica tiene un  área de más de 150.000 hectáreas que se extienden a la zona noroeste de Bukidnon y una porción de Lanao del Sur.  El Consejo Administrativo de la cuenca hidrográfica del rio Cagayan de Oro, copresidido por el director regional del Departamento de Medio Ambiente y Recursos Naturales y yo mismo, formamos cuatro grupos técnicos de trabajo con participación de organismos gubernamentales, universidades, organizaciones no gubernamentales y comunidades de la iglesia para trazar planes inmediatos y a largo plazo  de conservación de los recursos del río.  Las aguas del río Iponan también se han descrito como de color marrón permanente debido a la ininterrumpida minería hidráulica que se viene realizando en la última década y que causado daños en las orillas del río y ha originado sedimentación severa de su cauce.  Los barangays periféricos Taglimao, Canitoan, Iponan, Bulua, y Barra han experimentado el desbordamiento generalizado de este río. Otros tributarios que afectan a los barangays de Cugman y Agusan también necesitan ser protegidos.

Es en este contexto que apoyamos la aplicación de la prohibición de la tala total y una suspensión de las actividades mineras que perturban la capa superior del suelo.  Hay informes de que algunas de estas actividades mineras se llevan a cabo al interior de las tierras de las parroquias de Lumbia y Dansolihon e involucran el uso de dinamita a gran escala y la excavación del suelo, que luego se cargan en camiones y se llevan a los puertos para ser enviados a otros países.  Inevitablemente, la tierra suelta de las excavaciones es arrastrada hacia el río.  Gran parte de la triste experiencia de los sobrevivientes de las inundaciones fue no sólo hacer frente a la repentina subida de las aguas, sino también hacer frente a la mezcla de lodo y escombros que añaden densidad y presión a lo largo del recorrido del rio.

Fotos aéreas de algunos de estos sitios mineros muestran el daño irreversible que se ha hecho al medio ambiente por estas actividades extractivas.  Es inconcebible que los funcionarios de la ciudad continúen adoptando como de costumbre una actitud negociante y sigan concediendo los permisos de explotación.  Por lo menos se debe permitir que equipos multisectoriales de control puedan verificar sobre el terreno los efectos de la actividad minera ya sea a pequeña o gran escala.  Ya hemos experimentado los desastrosos efectos de las graves inundaciones en los hogares de la ciudad en Enero de 2009 y Diciembre de 2011.  Basados el principio de precaución, son las empresas mineras las que tienen la obligación de demostrar que sus actividades no son perjudiciales para el bien común.  Nosotros también necesitamos que  se nos informe de forma abierta y transparente sobre las identidades de estas empresas mineras, sus áreas asignadas y la contribución que hacen a la economía local.

Lo anterior constituye nuestra tercera preocupación la cual es importante para un Buen Gobierno – entendida en términos de una participación activa de la ciudadanía por un lado y un gobierno responsable en el otro lado.  La transparencia y la rendición de cuentas son indispensables para un buen gobierno.  Durante varios trimestres se formularon preguntas respecto a la falta de coordinación entre los organismos de socorro, especialmente durante los primeros días después de la calamidad.  La preocupación debida a afiliaciones a los partidos políticos limita la oferta de una mayor asistencia a las comunidades afectadas.  En la actualidad hay informes de que incluso las manifestaciones de la disidencia civil se ahogaban.

El Movimiento Gising Barangay señaló el papel fundamental de los funcionarios del barangay y de la ciudad como la primera línea de defensa en la ampliación de la asistencia a las víctimas de las inundaciones.  Una lista completa de los residentes del sitio podría haber facilitado la identificación de las familias afectadas.  Si la ciudad hubiera estado preparada para los desastres y hubiese hecho planes a largo plazo se podría haber mitigado las graves consecuencias evitando que los hogares permanecieran a lo largo de las orillas del río.  Las tareas en curso de identificación y desarrollo de sitios de reubicación de vivienda permanente tienen que ser hechos de una manera imparcial y no politizada.  Estas son las cuestiones planteadas hoy por los ciudadanos interesados.

La arquidiócesis como una institución de la Iglesia no se involucra en la política partidista.  El púlpito debe utilizarse para proclamar la Palabra de Dios y las palabras de los hombres.  Por otro lado, hacemos un llamamiento a las autoridades y todos los Cagayaneses para permitir que el proceso democrático prevalezca en el ejercicio responsable de las libertades básicas de expresión, de reunión, y la participación en los asuntos públicos.

Animamos a los laicos católicos, incluyendo nuestras organizaciones religiosas seglares, para formar círculos cada vez mas amplios de discernimiento para poder discutir, orar y abordar juntos los temas que involucran a la justicia ambiental y el bien común, así como el desarrollo sostenible de nuestra ciudad.  Siguiendo el legado de San Agustín, patrono de la ciudad y de la archidiócesis de Cagayan de Oro, la Ciudad del Hombre tiene que ser construida en consonancia con los principios morales de la Ciudad de Dios.

El arzobispo Antonio Ledesma, SJ, DD quien dirige la Arquidiócesis de Cagayan de Oro en la ciudad de Cagayan de Oro, Misamis Oriental, Filipinas se puede contactar a través de su correo electrónico de la cancillería acdo_chancery(at)yahoo.com.

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