La transición energética es una necesidad por el agotamiento de los recursos naturales, por la necesidad de actuar contra el cambio climático y por necesidades de asegurar la autosuficiencia energética de nuestras sociedades. Además puede ser una oportunidad para promover un modelo de mayor justicia social.
Los pasados 10 a 12 de septiembre se ha celebrado en París una Conferencia sobre Una transición energética más justa: un reto para Europa organizado por el Recherche et Action Sociales o CERAS (http://www.ceras-projet.org/), un centro de análisis social de los jesuitas franceses que publica la conocida revista, Revue Projet. Antes de seguir adelante con la presentación de estas jornadas sería conveniente destacar la importancia y la oportunidad de este tema.
Las fuentes fósiles de energía son limitadas, el pico petróleo, que estamos cerca de alcanzar es un modo gráfico de visualizar que son fuentes con vida limitada, y que en un contexto de consumos crecientes por la incorporación de las economías emergentes, sólo puede significar agotamiento más rápido de los yacimientos más superficiales, búsqueda en lugares más complejos, o con tecnologías más arriesgadas, y el encarecimiento paulatino ante un recurso más escaso y más demandado.
Otro aspecto que refuerza la importancia del tema elegido es todo lo que tiene que ver con la acción frente al cambio climático. Sólo una contención del aumento de la temperatura del planeta por debajo de los 2 grados centígrados permite aventurar un futuro sostenible, por eso se hace imprescindible reducir el ritmo de emisión de gases de efecto invernadero, especialmente el CO2. Las emisiones de la producción de energía y el transporte representan más de la mitad de las emisiones totales. Si los objetivos de reducción de gases se quieren lograr la contribución de las energías renovables es crucial. Solo un mix energético en el que las renovables jueguen un papel importante podrá tener un impacto significativo en la reducción de las emisiones de gases.
Ultimo rasgo de la importancia del tema elegido que la cuestión energética es una cuestión crítica para la competitividad de Europa, en un momento de débil crecimiento poder contar con fuentes de energía más baratas sería, sin duda, un argumento importante para buscar alternativas a las energías que provienen de fuentes fósiles.
En cuanto a la oportunidad, baste indicar que el conflicto en Ucrania con la escalada de sanciones y respuestas entre la Unión Europea y Rusia hacen presagiar un invierno complicado desde el punto de visto energético que trae a la memoria el invierno de xxx cuando poblaciones enteras sufrieron los rigores del invierno sin suministro de gas.
Un escenario semejante vuelve a poner de manifiesto la necesidad de avanzar decididamente hacia una mayor autosuficiencia energética que no haga depender el bienestar de la población de cuestiones circunstanciales. Nuevamente, la autosuficiencia energética nos devuelve a buscar modelos de generación, distribución y consumo de energía distintos de los actuales. Por eso es tan importante hablar de la transición energética.
La Conferencia tuvo un recorrido previo que también conviene destacar. Durante los meses anteriores el CERAS organizó grupos de trabajo sectoriales: empresas de energía, sindicatos y sociedad civil, para ir conociendo sus puntos de vista e ir preparando el contenido de la Conferencia. En este sentido hay que destacar el esfuerzo de los organizadores para que no fuese una Conferencia para resolver un problema técnico, y por tanto contar sólo con la opinión de expertos técnicos, sino que desde el comienzo se ha insistido en las implicaciones sociales, y de justicia social, de una transición de este tipo. Durante la conferencia estas implicaciones sociales estuvieron muy presentes y en todas las presentaciones y talleres hubo uno, o varios, representantes de la sociedad civil.
La Conferencia recogió, en plenarios o en talleres, los aspectos más importantes de la transición energética y contó con la participación de más de 50 de expertos del mundo académico, investigadores, empresas, administración pública y sociedad civil. El primer análisis se centró en algunas desigualdades que emergen por consumos energéticos (el acceso al transporte, la pobreza energética) o que se ven reforzadas por cuestiones energéticas (biocombustibles v. producción de alimentos).
La transición energética tal y como la propuso el CERAS debe responder a tres grandes retos: nuestros modelos de consumo, la concepción de la democracia y los principios de justicia social (especialmente en aspectos sensibles como el empleo, la fiscalidad o las regulaciones de los mercados energéticos).
La perspectiva europea estuvo muy presente, e igualmente en tres grandes aspectos: la financiación de la transición energética, en el acceso universal y en la interdependencia europea en materias de energía.
Lo que la Conferencia puso de relieve es que estamos ante una oportunidad de intervenir en nuestras relaciones económicas y sociales buscando priorizar la inclusión social y la sostenibilidad frente a dar la prioridad al beneficio económico de las grandes corporaciones.
Querido José Ignacio, queridos amigos:
Con mi enhorabuena por este artículo así como los dos otros relacionados, me permito sugeriros que estas reflexiones sean enviadas directamente al designado candidato para la función de Comisario de energía y cambio climático para que eventualmente las tome en consideración y les de respuesta en su intervención de presentación ante el Parlamento Europeo y, más allá, en su programa si es nombrado definitivamente. Un cordial saludo.